Ventana Europea nº 117
14 VENTANA EUROPEA Junio 2019 BARRIO AMÉRICA L as decisiones políticas tienen siempre consecuen- cias, más o menos claras o directas. Esta vez, el debate sobre cuestiones arancelarias ha consti- tuido coartada, o resorte, sobre el que adoptar medi- das con respecto al tema de la migración. El trasfondo ideológico es inequívocamente común a Tijuana y a San Diego, a El Paso y a Juárez, y, en definitiva, a Washing- ton y a Ciudad de México. Más allá de las peculiares características personales de los dos líderes políticos protagonistas en esta histo- ria, tan diferentes que se acaban pareciendo hasta en los pequeños detalles de los discursos, no podemos de- jar de hablar de la responsabilidad de los aparatos de Estado y gobierno, ya que los mismos se mantienen en las posiciones ideológicas que los partidos o agrupacio- nes políticas les van dictando respecto de determina- dos temas, como por ejemplo, la movilidad humana. Incluso, insisto, en el contexto de dos perfiles tan ego- látricos como The Donald y AMLO. Al fin y al cabo, son los propios Estados y su particu- lar polarización, además de su representación a través de las fronteras, los que nos colocan en un escenario cruel que, sin duda, para las personas que por alguna razón deciden (o se ven forzadas a tomar la decisión de) abandonar sus hogares e ir en busca de seguridad, certeza, trabajo, o un sueño, tiene unas consecuencias desastrosas. Como decíamos, la tragedia se volvía a repetir, no sé si como decía Hegel, porque los grandes hechos de la humanidad han de ocurrir al menos dos veces, o si como lo corregía Marx, la primera vez tienen forma de drama, y la segunda de farsa. Esta semana hemos re- cordado a Aylán, pero en las aguas de un río lodoso, en una camiseta que une a dos personas, en el abrazo de una niña a su padre, y en los zacates que crecen en la orilla del río y que lo vieron todo. Los hechos concretos ya son conocidos, también por repetidos. Una familia salvadoreña que llega a Ta- maulipas, México para solicitar asilo en EEUU. 2 meses allí, respirando frontera, y a fuerza de esperar, deci- dieron irse a los EEUU cruzando el río Bravo. No lo lo- graron. El papá y la hija murieron ahogados y su mamá ya está en El Salvador con los cuerpos. ¿Cómo el sueño se convierte en pesadilla? ¿Cómo los elementos se acomodan y nos devuelven una realidad que no debiera ser? ¿No haría usted lo mismo si le pri- varan de la fuerza que tiene tomar cada uno sus pro- pias decisiones? Quiero aclarar que no hablamos de EEUU contra México, ni siquiera de Trump contra México, ni del evi- dente hecho de que ya ha comenzado la batalla por la reelección en el gigante norteamericano, por la que corremos el riesgo de que hasta las víctimas sean vis- tas como un “éxito” de Trump dentro de su “audacia” para mantener a los EEUU libres de cualquier entrada de ilegales en su país. Pero ojo, no quiero llegar tan lejos como para afir- mar que la securitización de las fronteras, los contro- les migratorios, los cupos, y todas las formas posibles de control de la movilidad humana se expliquen sobre el paradigma racista. Hemos de debatir, y mucho, en nuestras sociedades modernas, sobre seguridad, dere- cho a la vida y a la dignidad de la persona, derecho de injerencia humanitaria en terceros países, y cómo no, hasta de fiscalidad, servicios sociales, sanidad, educa- ción y capacidad de acogida. Mientras tanto, en lugar de plantear estos serios debates desde la mesura y la voluntad de construir, en derecho y en democracia, escuchamos mensajes abruptos, de inmigración como delincuencia, como violencia, como competencia desleal. De esta forma, el muro se construye como la fortaleza más grande e impenetrable que se haya conocido jamás; sus mate- riales son el odio, la indiferencia y el egoísmo. Y el muro se extiende, y se traspasa a México, que por con- vicción o por conveniencia, destinará 6000 efectivos a su frontera sur, a frenar a los pobres de entre los po- bres, a los que huyen a la desesperada de la violencia y la miseria. Estos mensajes políticos sí son obviamente racistas, mientras que la manera de tratar a la inmigración que podríamos llamar “del Estado fortaleza”, no es ni justa ni humanitaria, y contradice totalmente la tradición ameri- cana, tan bellamente recogida en el pedestal de la Esta- tua de la Libertad, y que es justamente la razón principal por lo que los Estados Unidos han sido excepcionales du- rante estos dos últimos siglos: “Dadme a vuestros rendi- dos, a vuestros desdichados, a vuestras hacinadas muche- dumbres que anhelan respirar en libertad(…)”. Porque podemos imaginar lo que pasaba por la ca- beza de ese padre que decidió arriesgar la vida de su hija, y la propia, por cruzar la frontera. Y podemos sa- ber, seguro, que más que ser parte de esas maras y de esos traficantes a los que alude constantemente el dis- curso dominante sobre inmigración, padre e hija eran parte de los desamparados, de los azotados por la tem- pestad, que buscaban la Luz junto a la puerta dorada, hacia un futuro en libertad. Cecilia Estrada Villaseñor OBIMID – Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones Universidad Pontificia Comillas. Creencias
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