Ventana Europea nº 117

24 VENTANA EUROPEA Junio 2019 IN MEM O RIAM > T heo Beusink era fraile car­ melita y tenía de 86 años, de ellos casi sesenta trabajando con inmigrantes españoles y latinos en Amsterdam. Hablaba ocho idiomas, entre ellos el castellano, idioma que aprendió porque al ser carmelita que­ ría conocer a fondo la vida y la obra de San Juan de la Cruz y para ello tenía que aprender español. Estuvo varias veces a España para perfeccionar la lengua, vi­ sitar los lugares de San Juan de la Cruz y conocer la multiculturalidad y la idio­ sincrasia de los españoles. el mundo de los migrantes Una vez, al volver de España, se en­ contró con un grupo de 80 españoles que habían ido a trabajar a su barrio. No hablaban holandés y él se ofreció a hacer de intérprete para buscarles ha­ bitación. Querían gastar poco dine­ ro porque iban a ahorrar para volver­ se pronto a España. Le pidieron que les celebrase misa y así empezó su trabajo pastoral con los españoles. En 1969, necesitaba dinero para abrir el Centro de Pastoral Migran­ te y como no sabía donde conseguirlo se hizo guía de turismo, aprovechando los ocho idiomas que hablaba. Lo que le daban por por su trabajo de guía era para pagar los gastos de las activida­ des del centro. Además, a él le gustaba este traba­ jo porque enriquece mucho al conocer personas de muchos países, con dife­ rentes culturas, ideologías y religiones. Theo tenía muy claro el proceso de su trabajo con inmigrantes: hospi­ talidad (acogida, escucha y ayuda a re­ solver sus problemas). Cultura crítica (apoyo crítico a las culturas para faci­ litar la integración de los inmigrantes, evitar la exclusión y enriquecerse con la interculturalidad). Acción sociopo­ lítica (transformar las estructuras in­ justas y discriminatorias) y acción pastoral (“la gloria de Dios está en el bienestar de su pueblo”). Era un “místico urbano”, como le definió Julián del Olmo, que había be­ bido su espiritualidad en la fuente de San Juan de la Cruz. El se autodefinía como “un ermitaño en medio de la ciu­ dad” y a su casa, en un bloque de casas de un barrio periférico de Amsterdam, la llamaba “eremo” (ermita). Practicaba la “pastoral callejera”, como él la llamaba, que es el resulta­ do de un proceso espiritual que lo ex­ plicaba así: “Si rezas, y hay necesidad de rezar, vives la paternidad de Dios y al levantar los ojos al cielo, el mismo Dios te hace volver la vista a la tierra porque su preocupación no es él mis­ mo sino sus criaturas que son las que tienen necesidades”. Su opinión sobre los migrantes y Europa era meridianamente cla­ ra: “Los migrantes hispanohablantes y todos los demás aportan tanto a la construcción de Europa como los lati­ noaméricanos y demás migrantes con­ tribuyeron al bienestar y otros progre­ sos en cualquier parte de España. Por esto considero injusto que los marro­ quíes y latinoaméricanos que enrrique­ cieron a España, y así indirectamente a todos los países de la Unión Europea, ahora se ven obligados a hacer la ma­ leta en España porque la Union Euro­ pea no los deja buscar trabajo “al otro lado de los Pirineos”. Es una pena, pe­ ro esto funciona así. Fallece Theo Beusink, fundador de Casa Migrante y miembro de la redacción de V entana E uropea un místico urbano, que veía con el corazón El pasado domingo de resurrección fallecía en Amsterdam Theo Beusink (el gran Theo), fundador de Casa Migrante, miembro de la redacción de Ventana Europea y paño de lágrimas de muchos emigrantes, especialmente españoles y latinoamericanos, en la ciudad holandesa. Estas páginas no son solo recuerdo, sino también signo de agradecimiento a su persona y a su labor. Ramón Ajo Sáez

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