Ventana Europea nº 117

VENTANA EUROPEA 25 Junio 2019 el barrio rojo Pero Theo tenía otro foco de aten­ ción en su trabajo pastoral y social: la prostitución, que definía como “un pro­ ducto de la pobreza y del rechazo social aunque luego la gente utilice sus servi­ cios. Prácticamente todas las prostitu­ tas del Barrio Rojo de Amsterdam son de países pobres: latinas, africanas y de países del Este de Europa”. El Barrio Rojo es el escaparate de la pobreza de las personas y el barómetro de la economía mundial. Basta mirar los escaparates para saber qué países están en bancarrota y la gente tiene que bus­ carse la vida como puede. “Por eso, yo no hablo de prostitutas sino de mujeres, de personas, en la prostitución”. “Aquí, las chicas ganan menos que en otros países donde la prostitución es clandestina pero son mejor aceptadas, están más protegidas y trabajan con ma­ yores garantías sanitarias”. Cuando le preguntabas cómo era su trabajo en ese terreno decía que lo pri­ mero es la escucha, puntual o con cita previa, siempre con la puerta de la cabi­ na abierta, para después de conocer sus necesidades personales y las de sus hi­ jos, si los tienen, y tratar de ayudarlas con los servicios que disponen en Casa Migrante. ventana europea Además de los emigrantes, las pros­ titutas, los más pobres, Theo tenía otra pasión: Ventana Europea . En princi­ pio fue reacio a colaborar con la revista, pero una vez que entendió todo lo relati­ vo a Ventana Europea , le dedicó todo su cariño. Así lo explicada él con motivo del número 100 de la revista: “Cuando fui invitado a formar parte de la redac­ ción, me presenté a la primera reunión editorial con una reserva seria y sincera: que la presentación de la publicación me parecía demasiado bonita; me gustaban el nombre de la revista y el contenido de los números, pero no la presentación. Cubierta y composición me parecían de un nivel muy profesional pero de un ca­ rácter más bien lujoso y comercial; no reflejaba el ambiente que hay en el mun­ do de la movilidad humana donde reina la pobreza y la miseria. Pero quedé convencido de lo que me contestaron y explicaron en esa prime­ ra reunión editorial. El migrante nunca es solamente pobre. Si abandona su pa­ tria lo hace para superar la pobreza. El “ El padre Theo, sacerdote holan- dés encargado de los Emigrantes Hispanohablantes en Amsterdam, era el cura más hombre y el hom- bre más cura que he conocido. Era humano, sabio y santo. Generoso, simpático y conversador. Agrada- ble, sencillo y austero. Era un hom- bre de Dios en el mundo de hoy. Su campo de acción preferente eran los que estaban en las periferias. Los refugiados, los emigran- tes, los sin papeles, los sin techo, las prostitutas de Amsterdam, en- contraban en él cercanía, acogida, apoyo y consejo. En una de las reuniones en su Misión me llevó a un centro de re- fugiados para confirmar y activar trámites y gestiones que llevaban entre manos. Allí estaba Theo co- mo en casa. Los visitaba semanal- mente y todos lo saludaban “Padre Theo”. ¡Muy gratas han sido y mu- cho he aprendido de todas las reu- niones que he tenido con él! Gracias, Theo”. José Antonio Arzoz “ Theo se definía con firmeza y convicción como una persona que todo lo que era se lo debía a los migrantes. Siendo pequeño había aprendido de sus padres, en el seno de su familia, a acoger a los refugiados que llegaban a Holanda du- rante la segunda guerra mundial. Agradezco a Dios el haberme dado la oportuni- dad de haberle conocido y experimentar con su cercanía y testimonio que Dios, a través de personas como Theo, manifiesta su amor, ternura y cariño por las personas migrantes y refugiadas, que no encuentran precisamente hoy en día una cálida acogida en Europa. Una vida, una vocación dedicada a los españoles que desde los años sesenta emigraban a los Países Bajos y que en Casa Migran- te encontraron acogida y respeto, entrega y solidaridad, familia y amigos. Una de sus recomendaciones recurrentes era la importancia de escuchar los signos de los tiempos, y la migración era uno de estos signos para hacer posible el cie- lo nuevo y la tierra nueva. Una tierra nueva que se hacía realidad a través de su cercanía y entrega, de su testimonio que vivenciaba al Jesucristo cercano a los más pobres en las periferias de su querida Amsterdam, como eran las prosti- tutas. Te echaremos de menos, pero vivirás en nosotros porque fuiste semilla y diste fruto abundante, sarmiento unido fuertemente a su vid”. Mairifran Sánchez Vara

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