Ventana Europea nº 117

26 VENTANA EUROPEA Junio 2019 IN MEM O RIAM migrante se organiza perspectivas, y ne­ cesita hacer esto por las muchas cuali­ dades con que ha nacido, estas le obli­ gan a buscar oportunidades. El migrante sueña y trabaja con tierra nueva y cielo nuevo, se abre ventanas nuevas de for­ ma brillante en Europa o donde sea y to­ do esto no merece una hoja pobre. Volví a casa de las reuniones edito­ riales tan concientizado e inspirado que ahora nuestra revista brillante cuenta en la Casa Migrante de Ámsterdam con un trío de colaboradores felices y conscien­ tes: Carmen, Nancy y el infrascrito”. Dicho y hecho. Desde ese momento le dedicó todo su empeño en la colabo­ ración y aprovechaba todas las reunio­ nes de la revista para sacar temas que, en todo momento, fueran importantes para facilitar la vida a los migrantes. “Las reuniones para preparar las re­ vistas con los misioneros españoles en Europa y los periodistas y colaborado­ res, son para mí algo muy importan­ te. Es un proyecto común que tenemos que seguir manteniendo hasta que Dios quiera”, decía. premios Como no podía ser de otra manera, Theo recibió a lo largo de su vida diver­ sos premios y distinciones (aunque el mayor y mejor premio ha sido el afecto que ha dejado en los corazones de cuan­ tos lo han conocido). Se le concedió la Orden de Isabel la Católica, una condecoración españo­ la instituida para premiar aquellos com­ portamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de mo­ do relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación Española con el resto de la Comunidad Internacional. A este importante habría que aña­ dir otras distinciones, como el reconoci­ miento de caballero de la orden de Oran­ je Nassau, la medalla de honor a la mi­ gración o el título de ciudadano de honor de la ciudad de Ámsterdam. último viaje Casi 60 años trabajando por y para los emigrantes. No hay muchas personas en el mundo que puedan presumir de un tí­ tulo así. Theo, sí. Cuando Nancy comuni­ có la noticia de su fallecimiento sentí un profundo pesar y pena, como otras mu­ chas personas, supongo. Yo le tenía, y le tengo, mucho cariño. Se iba un amigo, un excelente colaborador de Ventana Eu- ropea , un cuerpo y un alma dedicados a uno de los colectivo más desvalidos: los emigrantes. Imagino que el sábado de gloria, antes de acostarse, se fumó su último cigarrillo rubio sin boquilla y ese aroma del tabaco que tanto le gustaba le acompañó en su último y dulce viaje de migrante hacia la casa del Padre.  “ Hay personas que provocan y es- timulan con su palabra, con su ges- to, con su coherencia, con su vida. Hay personas que se atreven con nuevas maneras, que se aventuran por caminos inéditos, que se man- tienen cuando los vientos no rolan a favor. Hay personas que ven al Invisi- ble porque tienen el corazón en- cendido. Hay personas que saben amar en concreto luchando por la justicia y la inclusión. Una de esas personas, a la que he tenido la suerte de conocer gra- cias a V entana E uropea , que me ha provocado y estimulado es, sin du- da, Theo, ese carmelita y “migran- tista”, padre de los pobres, presen- cia providente de los migrantes. Gracias, padre Theo” . Juan Carlos Rodríguez “ Por fuera, veíamos sus señas de identidad peculiares: el cigarrillo, el café y las gafas que le servían para leer el periódico y para pensar; por eso las llevaba fre- cuentemente sobre la cabeza. Yo creo que Theo no las necesitaba y además le molestaban. Tenía demasiada “vista”. Sobre todo para percibir la presencia de Dios en los pobres, victimas de la trata incluidas, y para tener visión profunda de la realidad social del mundo. Y para estas dos ultimas cosas no se necesitaban ga- fas. Veía, como buen místico carmelita urbano, con los ojos del corazón. Recuerdo un viaje con él en una barcaza por los canales de Amsterdam: el barco lo había conseguido gratis de la compañía turística con la que trabajaba porque, además, era guía turístico en Holanda y España y llevaba muchos años conduciendo grupos y haciéndolo con la sabiduría de un viejo marinero curtido por la mar y por la vida sobre todo para grupos de hispanohablantes. El dinero que le daban las agencias era para la Casa Migrante. Antes nos había hablado del arte y la historia de la ciudad y sus ojos pícaros hablaban por él cuando na- rraba las historia de piratas y ladrones (asimilando a estas categorías a los ho- landeses y a los españoles) Supo, además de ser un excelente conversador y analista de la realidad po- lítica española y europea, detectar durante cerca de 60 años (últimamente des- de la remozada Casa Migrante en Ámsterdam) la necesidad de la hospitalidad, la ayuda, la acción social y pastoral como ejes trasversales de su actuación so- bre todo con los emigrantes .Especialmente con los emigrantes españoles . Que Dios se lo pague con creces. Quiso morir como “migrantista”. Conscientemente pronunciaba ese neolo- gismo en castellano… dentista, ecologista, tercermundista… migrantista. Decía que otro mundo era posible, que ya está naciendo y esto lo deseaba proclamar. Decía :”se va a terminar el valle de lágrimas, ¡y ya no seremos peregrinos sino migrantes!”. José Luis Pinilla Martín

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