Ventana Europea nº 119

VENTANA EUROPEA 19 Diciembre 2019 nnn + terés nacional y de la seguri- dad ciudadana. Pero ¿de qué seguridad estamos hablando? ¿Segu- ridad económica y laboral o seguridad en general? Pues aquí empiezan muchos equí- vocos. Los intereses particu- lares del poder se trasladan a los intereses de los ciudada- nos y además se los ata a la noción de pérdida potencial de seguridad. De allí que se extiende la comprensión sobre la mi- gración en términos cultura- les de “defensa” y “amena- za”, clave semántica que ha- ce comprensible que calen frases que realzan el orgullo de pertenencia a una nación y la defensa de su integridad y estabilidad. Preludio perfec- to para los muros y las fron- teras cerradas. Desde ese equívoco tam- bién se entiende que las per- sonas vean al extranjero como una carga en el caso de que no pueda insertarse en la econo- mía y como una amenaza que arrebata puestos de trabajo, prestaciones sociales, etc. En pocas palabras, esta clave multiplica la lógica del poder en las calles, en las es- cuelas, en los medios de co- municación, en los foros ba- rriales, etc. El centro de toda reflexión o discusión se des- plaza totalmente y el sentido de los derechos humanos y los principios fundamenta- les de convivencia integra a su construcción social nocio- nes de “interés y beneficio” y una semántica de lucha, de- fensa y amenaza. lógica de guerra y violencia Basta echar un vistazo a la historia para advertir que esta lógica procede de la mis- ma fuente que la lógica de la guerra y la violencia que un día impulsó a la Declaración Universal de los derechos humanos en 1948. Hay que decir que la po- lítica migratoria se constru- ye en el imaginario colectivo sobre fundamentos de interés y no de principios humanita- rios. Cruda manifestación de la lógica del poder. No existe poder más per- verso que aquel que anula la propia capacidad de respues- ta de cada persona y la con- vence de que “hay expertos más competentes y probos para encontrar soluciones” o peor aún, que logra adorme- cer por completo toda capa- cidad de análisis y transfor- ma a las personas en engra- najes de un sistema de some- timiento que repite e interio- riza discursos en una especie de resignación colectiva. Lo más grave de la lógi- ca del poder es creer que no lo es, incluso cuando los he- chos hablan de todo lo con- trario. Sutil perversidad por- que no aparece expresamen- te como violencia sino como protección camuflada que promueve el conformismo, la impotencia y hasta antici- pa el comportamiento de la población, ampliando su ca- pacidad y radio de acción. Sin duda, el mayor signo de la lógica de poder es que ya no necesita de las cade- nas, las prisiones o la escla- vitud porque siembra y dis- tribuye ideas, significados y representaciones colectivas que convencen a las personas de que realmente su lógica es la correcta. La política migratoria mundial es, como muchas otras políticas, una más de las expresiones de esta lógica. la “tolerancia cero” Las consecuencias son in- negables: muerte, violencia, mafias, trata de personas, vio- lación de todos y cada uno de los derechos humanos en las fronteras o en las rutas de mi- grantes, brotes de xenofo- bia en todo el mundo, orgu- llos nacionales de tintes fun- damentalistas y lo más grave, una aceptación irreflexiva de millones de personas de una semántica violenta que pro- mulga la “tolerancia cero”. Las declaraciones sobre los derechos humanos de los migrantes empiezan a que- dar en letra muerta y la resig- nación empieza sutilmente a modificar el sentido de los derechos inalienables situán- dolos en una especie de uto- pía que sirve para “conven- cer” y no para “orientar”. Ninguna declaración o compromiso por más audaz que se presente va a cam- biar la realidad a menos de que todos, interpelemos co- mo primer paso a la lógica del poder. Interpelarla desde la re- cuperación digna de nuestra autonomía para discernir lo que es moralmente correcto y coherente con nuestra na- turaleza social y comunitaria. Pero para poder interpe- larla se requiere mantener una mentalidad atenta a los condicionamientos socio- culturales a los que hemos estado expuestos. Interpelar la lógica del poder también requiere del coraje necesario para pasar de la teoría y del mundo del pensamiento al mundo de los hechos, de las estadísticas con rostro, de las historias biográficas de nues- tros vecinos migrantes, asi- lados, refugiados, pobres, ri- cos, poderosos y vulnerables. En otras palabras, para saber interpelar la lógica del poder, tenemos que salir del tablero que sostiene esa lógi- ca. Como decía Einstein no podemos pretender resolver un problema bajo la lógica que lo ha creado. Esto no quiere decir que tenemos que echar abajo to- do nuestro aprendizaje, solo quiere decir que tenemos que estar libres de levantar muros argumentales para defender lo que “siempre hemos creí- do” o lo que “sostiene la ma- yoría de los expertos”. Una vez que seamos ca- paces de interpelar a la se- mántica de la lógica del po- der, seguramente seremos capaces de recuperar en nuestra significación interna la cualidad universal de los derechos de los que todos so- mos portadores por el mero hecho de existir. 

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