Ventana Europea nº 119

VENTANA EUROPEA 23 Diciembre 2019 Iglesia católica. Por eso conviene che- car los documentos oficiales. El 28 de febrero del año 2002 fue- ron publicados los documentos del Pontificio Consejo para las Comunica- ciones Sociales: La Iglesia e internet y Ética en internet . Dichos documen- tos son claros desde el principio: La Iglesia no tiene como función ser una academia para la enseñanza del inter- net, ni con morbo “cachar a los malos usuarios”, sino las “implicaciones que tiene su uso para la religión y especial- mente para la Iglesia católica” (n. 2). Cualquier “bloguero” o internau- ta se alegraria de leer que ahí mismo se dice que “todos los medios de co- municación son considerados en for- ma positiva y como verdaderos dones de Dios, que concurren al progreso del Reino de Dios en la historia” y que “Internet introduce cambios que influ- yen no solo en el modo como la gente se comunica, sino también en el modo como comprende su vida” (n. 2). Esto último es lo que nos interesa ahora. Internet no es solo un instrumen- to que cambia nuestra forma de comu- nicarnos, cambia ante todo nuestra ma- nera de comprendernos a nosotros mis- mos. Así pues, internet debe ser recibi- do más que como una «pizarra de anun- cios parroquiales más moderna» o co- mo una hoja dominical de mayor tiraje como una nueva forma de comprender lo que anunciamos (el Evangelio) y a quien lo anunciamos (el hombre). El mismo documento, al referirse particularmente a internet, afirma que la Iglesia tiene un doble objetivo. En primer lugar, “fomentar su co- rrecto desarrollo y uso con vistas al pro- greso humano” (n. 3), dialogando con los responsables en la elaboración de una política adecuada en el uso del mis- mo. Esto no debería extrañar, pues polí- ticas para el uso de internet las hay por doquier. En segundo lugar, y es lo que nos concierne, la preocupación también “de la comunicación en y por la Igle- sia misma” (n. 3) ya que “la comuni- cación eclesial no se reduce a cuestio- nes técnicas sino que, fundándose en la comunión de la Trinidad, llega a ser una cualidad esencial tanto en la evan- gelización como en la práctica eclesial interna” (cf nn. 3-4). La comunicación, pues, no proviene de la técnica ni de los instrumentos de “última generación”. Sin voluntad para comunicarse hasta el mejor teléfono o cualquier otro aparato es inútil. Por si fuera poco el documento pontificio ha- bla de la comunicación eclesial como una cualidad esencial y práctica interna de la Iglesia. Esto quiere decir que si en las parroquias y misiones, antes de te- ner el “aparatito” o la “super conexión” no somos y vivimos como Iglesia com- partiendo lo que somos y tenemos, la comunicación que exige la evangeliza- ción no es posibible. ¿Cuántos de noso- tros no envíamos e-mails a otra ofici- na en el mismo edificio pudiendo per- sonalmente hacerlo? o ¿cuántos no he- mos tenido la experiencia de enviarnos, reenviarnos, correos o mensajes obte- niendo como resultado, la amarga no- ticia de ni me enteré, o no lo he leído? límites Como todo instrumento tiene limi- tes. Los documentos aluden a: “(…) si- tios que atacan y difaman a algunos gru- pos religiosos y étnicos, sitios porno- gráficos y violentos, (…) Favorece “un enfoque de «consumidor» y la fe no es asunto de consumo. La sugerencia de que en internet se puede hacer su “sopa religiosa al gusto” (comprar, seleccionar y escoger elementos de paquetes religio- sos a medida del usuario para adaptarlos a sus gustos personales” (n. 9). Además, “la realidad virtual del ci- berespacio tiene algunas implicaciones preocupantes tanto para la religión co- mo para otras áreas de la vida. La rea- lidad virtual no sustituye la presencia real de Cristo en la eucaristía, ni la rea- lidad sacramental de los otros sacra- mentos, ni tampoco el culto comparti- do en una comunidad humana de car- ne y hueso. No existen los sacramentos en internet” (n. 9). Es necesario decirlo. Eso no significa rechazo a la tecnología o falta de “modernización”, es asunto de que los sacramentos son experien- cias personales de fe comunitaria y eso no, –¿aún no?– lo ofrecen las redes. Este es el punto. A la red se le puede pedir mucho, sí. Pero que suplante la son- risa, la lágrima, la oración personal y co- munitaria de los miembros de la Iglesia, eso, sencillamente, internet no lo ofrece. El documento hace una invitación: “Los católicos están invitados a no te- ner miedo de abrir las puertas de los medios de comunicación social a Cris- to” (n. 4) pues oportunidades y desfíos (nn. 5-9) están presentes en el uso de los medios y de internet en relación a la misión de la Iglesia. Nos guste o no es un hecho. Inter- net es una herramienta con la que todo el mundo tiene algo que ver, sea acti- va o pasivamente. Es así, no hay vuel- ta atrás. Dado que anunciar a Jesucris- to “a la gente formada por una cultura de los medios requiere considerar sus características: la Iglesia necesita ahora comprender internet. Esto es preciso pa- ra comunicarse eficazmente con la gen- te, de manera especial con los jóvenes, que están sumergidos en la experiencia de questa nueva tecnología” (n. 5). En nuestras Misiones la evangelización, que incluye tanto la re-evangelización como la nueva evangelización debemos contar no solo con nuevos ordenadores y redes sociales, sino ante todo para com- prendernos a nosotros mismos, aprender a comunicarnos personalmente para que así la comunicación de los medio nos sea un instrumento útil. 

RkJQdWJsaXNoZXIy OTUyMTI5