Ventana Europea nº 119
ENTRE C ULTURAS 28 VENTANA EUROPEA Diciembre 2019 pleaños, un bautizo, una despedida. El número de los fieles ha sido bastante estable en el curso de los años. La ce- lebración es una verdadera fiesta. La capilla se llena con unas 50 personas. Comunidad de almere Una nueva ciudad da nuevas posi- bilidades. Así fue que un grupo de la- tinos, entre ellos unos peruanos, pana- meños y españoles, tomó la iniciativa en los años 90 del siglo anterior de for- mar una comunidad para celebrar la fe católica. Todo empezó con el deseo de celebrar juntos la Navidad y la Pascua de Resurrección. Y hoy día se celebra dos veces al mes la liturgia dominical, lo que es una vez una eucaristía y la otra vez una celebración de Palabra y Comunión. La primera celebración en el mes de noviembre se dedicó a la conmemoración de los difuntos, tan- to familiares, como amigos/as y víc- timas de violencia. Fueron nombradas personas que fallecieron en su país de origen, así como personas con quienes habían vivido en Almere. Al momen- to de poner su foto en la mesa al lado del altar, prendieron una velita. Des- pués se cantaba más de una vez: “Gra- cias a la vida, que nos ha dado tanto”, para resaltar que se debe mucho a las personas que ya fallecieron. En esto momento la comunidad se reúne en un Centro Cultural del barrio, porque la parroquia donde se juntaba antes se cerró hace unos dos años. Lo que es importante es tener un espacio para celebrar y profundizar la fe. La comu- nidad no se dejó desanimar cuando se cerró la parroquia de Almere Buiten. lo que ofrece la Comunidad Preguntando a los fieles de las comu- nidades mencionadas anteriormente, me decían que la comunidad es importante por diferentes razones: 1. La comunidad ofrece un lugar donde ir a profundizar nuestra fe en comunidad. 2. Ofrece un lugar donde ir a rezar, pedir por nuestros países y familiares lejos. 3. Ofrece un espacio para compartir nuestros dolores y alegrías, como la per- dida de familiares lejos, nuestras situacio- nes personales, familiares y laborales. 4. Ofrece un momento de festejar la vida: el cumpleaños, etc. 5. Ofrece una instancia para saber lo que pasa en nuestros pueblos y rezar por ellos juntos. 6. Ofrece la oportunidad de com- partir noticias sobre personas enfer- mas y personas mayores sin familiares cercanos. 7. Ofrece la oportunidad de ex- presar un llamamiento profético para romper la soledad y el individualismo. 8. Ofrece una instancia para infor- marnos sobre los escritos importantes de la Iglesia, por ejemplo la encíclica Laudato Si . Lo que mencionaron los fieles qui- zás no es muy diferente de lo que di- cen los fieles de cualquier otra parro- quia o comunidad. Lo que marca la di- ferencia es que estos migrantes “de la periferia” tienen muchas menos posi- bilidades de vivir su identidad cultu- ral que los migrantes en las grandes ciudades como Ámsterdam, La Haya y Rotterdam. Esto significa también menos posibilidades de compartir sus experiencias diarias con alguien con quien se siente “en casa”. En otras pa- labras, es la experiencia de con-vivir, que pone de manifiesto una dimensión religiosa, social y cultural. Rostros múltiples en el mundo latino de la diáspora Lo que se ve en las comunidades de Utrecht, Almere y Enschede es, por un lado, una gran diversidad de gente latina y por el otro una gran unión. Lo que se celebra es que su fe no es sola- mente algo importante en su vida, si- no también da sentido a su vida y por eso hay que celebrarla en comunidad. El lugar donde viven ahora es un con- texto distinto al su lugar natal, pero donde la Iglesia también está presen- te. Las personas inmigrantes que vi- ven en los pueblos se sienten muchas veces solas y tienden a adaptarse a la cultura holandesa, viviendo así como viven sus vecinos/as del pueblo. Par- ticipar en una comunidad latina ayu- da a los fieles a crear una vivencia a partir de su propia identidad cultural y cristiana y desde su propia digni- dad humana. La comunidad ayuda a crear lazos solidarios. Lo que se ce- lebra en estas comunidades es la vi- da y el amor de Dios que es fuente de toda dignidad. Además, celebrar jun- tos las fiestas religiosas de su tierra, contiene una fuerza evangelizado- ra. Así se crea en medio del contex- to migratorio un marco para contes- tar la pregunta personal: “Cómo vi- vir mi fe ahora y aquí?”. Y la pregun- ta comunitaria: “Cómo vivir nuestra fe ahora y aquí?”. Además de hacerse esta interrogante, la comunidad es un momento de convivencia que es pa- ra sus miembros como una parada pa- ra reponer las pilas y reforzar el áni- mo de seguir su camino como pere- grinos.
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