Ventana Europea nº 121

VENTANA EUROPEA 15 Julio 2020 nnn + cionamientos culturales y sociales juegan una tremen- da importancia asumen el protagonismo. Muchos comportamien- tos y actitudes se pueden comprender desde este me- canismo. Por ejemplo, la resignación colectiva, el entretenimiento que evade la realidad o la indiferen- cia. Lo mismo ocurre con las diversas manifestacio- nes de ataque, que suelen ser camufladas en actitudes violentas manifiestas o en- cubiertas. Lo hemos palpado en esta pandemia en la que la- mentablemente, hemos vis- to crecer la depresión, el sentimiento de soledad; el aislamiento; la multiplica- ción de la violencia intrafa- miliar; la agresividad en las protestas colectivas; la des- calificación y, hasta la arre- metida a varias organiza- ciones y personas bajo teo- rías conspirativas. En general, podríamos decir que el miedo como respuesta de supervivencia debería significar sensación y acción correcta, pero dada nuestra complejidad subje- tiva, se puede convertir en una amalgama de presa- gios, análisis y síntesis que, muchas veces carecen de sentido común y que provo- can cerrazón y aislamiento. desconfianza y suspicacia Esta cerrazón eviden- temente no favorece la re- siliencia porque se basa en la desconfianza y en la sus- picacia. Dos elementos que no permiten la trascenden- cia en el ser humano, si- no que, por el contrario, lo aíslan y provocan angustia constante; es decir impiden la serenidad en el razona- miento. Como una proyección de esta cerrazón y angus- tia, los seres humanos bus- can suprimir el miedo y pa- ra ello, cuentan con una centena de imágenes cul- turales que aluden a forta- leza. Fortalezas psicosocia- les centradas en la medida de “grandeza”. Allí nace la valoración por lo mejor, grande, abundante, enorme, mayor, etc. La ilusión radi- ca en que esa grandeza es proporcional al sentimien- to de seguridad personal y a la disminución de la angus- tia ante el cambio, la enfer- medad e incluso la finitud. La pregunta que surge en- tonces es: ¿a qué nos refe- rimos cuando pensamos en lo grande, lo mejor, lo ma- yor? Evidentemente, cal- za aquí todo tipo de condi- cionamiento comparativo y, por tanto, divisivo. idea de libertad El problema se vuelve más complejo cuando esta grandeza material y cultu- ral se enlaza con la idea de libertad. Desde este punto de partida, la libertad se en- tiende en los mismos térmi- nos, es decir en la medida de cuán grande es. El pro- blema con esta manera de pensar es que una libertad expansiva se convierte en restrictiva para los demás. De este modo, se propaga el equívoco de que el egoísmo y el individualismo garanti- zan la seguridad. Lamenta- blemente lo hemos visto en este tiempo de pandemia en actos de acaparamiento de recursos médicos o víveres de primera necesidad. “SÁLVESE QUIEN PUEDA” También ha queda- do palpable en los diferen- tes rostros del confinamien- to, desde el uso de islas pri- vadas en contraste con los campos de refugiados donde el metro de distancia es im- posible o la nula democracia en la atención sanitaria. Hemos podido ver cómo miles de personas se han quedado sin vivienda, sin alimentos y sin ningún ti- po de protección bajo el pa- radigma de “sálvese quien pueda” al más crudo darwi- nismo social. En este contexto, los migrantes indocumenta- dos sin duda son un sínto- ma claro de lo absurdo de este paradigma. Muchos de ellos no han podido acer- carse a los servicios sanita- rios por miedo a la depor- tación o simplemente por temor a ser discriminados como personas de segunda clase; otros han perdido sus trabajos sin la mínima posi- bilidad de defender sus de- rechos. Y hay que decir con claridad, que han enfrentado la violencia de comunidades enteras que los siguen ta- chando de amenazas. Crudas experiencias que, lamentablemente, re- velan la indigna desigual- dad en todos los ámbitos y mantienen un clima de mie- do y estrés constante en to- da la humanidad. Situación que sostiene el círculo vicioso del me- canismo primitivo del mie- do y, del que se aprovecha la lógica del poder con to- dos sus artilugios incluso empleando una lingüística de guerra a todas luces in- moral. EL VALOR DE LA VIDA Pero como decíamos al principio, el ser humano también puede aprender y observar de sus errores pa- ra enmendarlos en medio de una crisis. Así como he- mos palpado el dolor de la humanidad por la miseria, la pobreza y la discrimina- ción, también hemos sido testigos de miles de perso- nas trascendiendo el miedo y apostando por el valor de la vida. Abundan los ejemplos: la entrega de los empleados sanitarios, la solidaridad, la sensibilidad para acom- pañar a los moribundos y a sus familias y cientos de iniciativas de cooperación internacional. Hemos advertido que cuidarnos implica recipro- cidad, que el vecino es tan importante como nosotros mismos y que nuestra vul- nerabilidad pasa por la con- ciencia de comunidad.

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