Ventana Europea nº 121
VENTANA EUROPEA 25 Julio 2020 plazados internos, un drama a menudo invisible, ha agravado” y es que, se- gún datos ofrecidos por la IDMC a fi- nales de 2019, 50,8 millones de per- sonas vivían desplazamientos internos ocasionados por conflictos, violencia y desastres. Estas cifras no hacen más que recordarnos que estamos ante una crisis monumental que se encuentra lamentablemente, sumergida en la in- visibilidad. Esto es así, entre otras co- sas porque la migración forzada que se registra en las fronteras internaciona- les aparta la mirada de la comunidad internacional respecto de los desplaza- mientos forzosos que se producen en los propios países, agravando la rea- lidad de vulneración de derechos hu- manos y /o acceso a la atención huma- nitaria de las personas desplazadas in- ternas. obligados a huir El papa Francisco consciente del drama que viven miles y miles de per- sonas en esta situación de desplaza- miento, que se ven obligadas a huir dentro de sus propios países, dedica la Jornada de este año bajo el lema “Co- mo Jesucristo, obligados a huir”, en- tendiendo que la acción de la Iglesia debe encaminarse a tiempo y a des- tiempo allí donde se necesite acogida, protección, promoción e integración, en otras palabras, la misión de la Igle- sia siempre ha de ir preferiblemente, en busca de los que se encuentran en las periferias. Señala el Papa que toda la Igle- sia se encuentra ante un reto pastoral al que urge responder desde los cua- tro verbos que se habían indicado en el mensaje de la Jornada de 2018 y en los que hemos profundizado y traba- jo especialmente con las personas mi- gradas y refugiadas de manera ardua desde la iglesia española, pues bien, a estos cuatro verbos ha querido el Papa agregar seis verbos más que respon- den a tareas concretas que enriquecen nuestra acción eclesial. acciones Ante la realidad del desplazamien- to interno entendido dentro del fenó- meno de las migraciones forzadas el Papa nos pide estar atentos a las si- guientes acciones. • Conocer para comprender . Es- to significa que la comunidad eclesial, dando un paso adelante, pueda abrir los ojos y el corazón al misterio del otro porque solo en el conocimiento podemos avanzar en la comprensión de los demás “y sucedió que mientras conversaban y discutían, Jesús en per- sona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo” (Lc 24, 15-16). • Hacernos prójimo para ser- vir . Esto significa que podamos co- mo comunidad eclesial quitarnos los miedos y prejuicios que a veces tene- mos ante las personas migradas y po- damos acércanos desde el servicio y amor cristiano. • Crecer hay que compartir . Es- to a imagen de las primeras comuni- dades cristianas en las que “la multi- tud de creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie lla- maba suyos a sus bienes, sino que to- do era en común entre ellos” (Hch 4, 32) estamos llamados a crecer jun- tos pasando indiscutiblemente por el compartir. • Involucrar para promover . Es- to hace referencia a que debemos pro- mover a aquellas personas con las que trabajamos evitando paternalismos, de tal manera que no queden rezaga- das, sino que logren ser protagonistas de su propia vida, para ello la comu- nidad eclesial debe seguir creando es- pacios de hospitalidad y solidaridad conjuntos. • Colaborar para construir . Esto no es otra cosa que la constante insis- tencia en que la construcción del Rei- no de Dios implica de la comunidad cristiana un compromiso que aboga por el compartir fraterno dejando de lado divisiones y egoísmos que afec- ten la convivencia en esta, nuestra ca- sa común. Con estas indicaciones y nuevas parejas de verbos nos recuerda el Pa- pa que “acoger, proteger, promover e integrar” están no solo muy vincula- dos entre sí, sino que además son la respuesta al reto que plantea el fenó- meno migratorio contemporáneo. El Papa nos pide que como Iglesia asu- mamos este desafío siendo corres- ponsables en nuestro actuar pastoral de cara a las personas a las que acom- pañamos desde nuestras entidades, recursos y comunidades. Que el espíritu de Pentecostés nos impulse a dar nombre y poner ros- tro a tantas situaciones de conflicto y vulnerabilidad, que la vida entregada de Jesús nos abra el corazón para no caer en la indiferencia que degenera en división y apatía, porque no son estos tiempos para el olvido sino para la unidad, fraternidad y hospitalidad. ¡Rememos juntos!
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