Ventana Europea nº 121
VENTANA EUROPEA 31 Julio 2020 y cuyas lágrimas nadie veía. Estos son los años 60. Se ha descrito en detalle cómo el encuentro con estos primeros “trabajadores invitados”, como se les llamaba entonces, fue decisivo para el posterior desarrollo teológico y pasto- ral de Theo. Se encontró con ellos en la calle. Pudo haberlos ignorado y haber pasado por allí, fingiendo que no esta- ban allí. Pero Theo los vio y se sintió conmovido por la compasión. juzgar Luego viene el juicio. Ese primer encuentro con unos pocos españoles lleva a Theo a un proceso de reflexión, un momento de juicio teológico. Él mismo escribe sobre ello: “Recuerdo bien que los primeros emigrantes es- pañoles que por casualidad encontré en Amsterdam, eran tres jóvenes que, es- tando en la calle, pero viéndome vesti- do con hábito, nada más de saludarme, ya me pidieron que les dijera una misa en español. Y empecé mi trabajo pas- toral celebrando la misa, pero no tanto para que se cumpliera el precepto do- minical, sino más bien para que se die- ran cuenta de que en la migración que se podría contar con la Iglesia”. La frase “darse cuenta de que en la migración se puede contar con la Igle- sia” en particular, es el fruto de “juz- gar”, es decir, reflexionar sobre el desa- fío teológico y eclesial de la migración. Este “juzgar” se hace aún más pro- fundo más tarde. En el primer período Theo celebra con entusiasmo la misa en una iglesia llena (con solo hombres, las mujeres estaban todavía en Espa- ña). Pero llega un momento en que se pregunta: “¿En la pastoral de migracio- nes me debo limitar a celebrar la euca- ristía? Si la Iglesia no debe abandonar al obrero y en la pastoral el pastor se limita a la liturgia sacramental, ¿se lo acompaña en sus aspiraciones prima- rias y deseos legítimos?”. El fruto de este juzgar más profundo es entonces: “de la sacristía al mundo”. actuar Es entonces cuando comienza el ac- tuar. Nace una nueva praxis pastoral: ¡nace la Casa Migrante! No como un lugar neutral y estéril de recepción de migrantes, sino como un lugar de asi- lo, un espacio para refugiados políticos y perseguidos. Un lugar de práctica pa- ra nuevas formas de fe, espiritualidad y teología de liberación. Es un actuar que es fruto de un cui- dadoso escuchar al deseo de los mi- grantes mismos. “Nadie excluye la mi- sa u oración”, así decían, “pero necesi- tamos una casa donde podamos reunir- nos para hablar sobre nuestros intereses como migrantes. Con solo baile o mi- sa, desdecimos y negamos quiénes so- mos y lo que deseamos. Todos vivimos en pensiones, como inquilinos y subin- quilinos, en una habitación; necesita- mos una casa nuestra para conocernos y solidarizarnos. Una casa para acción socio-política y pastoral. Una casa de y no para migrantes”. La migración y la hospitalidad han sido elementos centrales de la teología de Theo. Theo escribe lo siguiente en Ventana Europea , una revista de la que fue miembro del consejo editorial: “Cuando la bienvenida se hace desde la fe cristiana, se desentierra lo terrenal del término y se obtiene una perspecti- va escatológica”. Por escatológico Theo quiere decir: la plenitud del tiempo. Las señales de que Dios no deja que este mundo y su futuro caigan de sus manos. Como uno de esos signos Theo ve la migración. La migración no es un signo de caos, de un cambio irreparable, de un mun- do que se cae a sí mismo, sino un signo de esperanza: “En la pastoral de las mi- graciones se considera como signo de nuestro tiempo la misma migración: el género humano en camino a un lugar mejor y los pueblos uniéndose”. Esta visión expresa la incansable lu- cha de Theo por los inmigrantes en len- guaje teológico. La migración es par- te de la historia de la salvación. En la pastoral migratoria “esta movilidad de- be ser considerada … como historia de salvación, y la teología de la liberación nos inspira y nos anima para profundi- zar esa visión”, escribe Theo. Creo que esta visión, tan diferen- te de lo que muchos dicen sobre mi- grantes y migración, ha sido la princi- pal fuente de inspiración de Theo en su trabajo pastoral con los migrantes y le ha ayudado a mantenerse en pie: la mi- gración como signo de la Parusía, co- mo llamado a no dejar de esperar, a no llegar a ser indiferentes. “En la aten- ción pastoral a los migrantes, mi fe se ha transformado, profundizado y actua- lizado”, dijo Theo. ¡Cómo echaremos de menos a este pastor disidente, iluminado y accesible! Si había una persona que regularmente descendía a las fosas de la sociedad ho- landesa y traía la salvación y la cura- ción allí, habría sido Theo. Se ha dicho de Moisés que cuando murió, el Todopoderoso lo recibió con un beso. Sabemos con seguridad que esto también se aplica a Theo. Creo que fueron dos.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy OTUyMTI5