Ventana Europea nº 121

8 VENTANA EUROPEA Julio 2020 > REP O RTAJE nios forzados, extracción de órganos, mendicidad…). Por eso yo mismo pre- gunto: ¿Por qué no seguir tras la pandemia en la actual coordinación y protección social sin estigmatizaciones, por ejemplo, con menores migrantes y seguir defen- diendo la guarda de los ex- tutelados? O manteniendo en protección a aquellos que en estos días (ojalá que tam- bién después) alcancen el tiempo máximo de estancia en los recursos de emanci- pación. La resurrección futura supone quitar la piedra que impide hacer salidas gradua- les y no automáticamente burocráticas. El tema de la renovación de los documen- tos, también está en stand- bye . El plan futuro pide agilidad para enterrar para siempre el tiempo doloro- so de tan largas esperas en documentos, recursos, per- misos... Los necesitamos. El emigrante es paradigma social para muchas cosas y lo será en el futuro: en res- iliencia, en superación de dificultades, en creatividad y en el testimonio de la en- riquecedora diversidad. Y es que además están en mi mismo barco. En el barco del nosotros. Y a nivel in- ternacional, el multilatera- lismo, la necesidad de hacer real la gobernanza mundial, la potenciación de recursos para la OMS, la conciencia universal de que nadie pue- de gobernar solo. al terminar la pandemia Debemos felicitarnos y pedir que hechos como estos gestos y medidas eje- cutadas en precario pero muy reales, continúen al terminar la pandemia. Ese es el camino para el futuro. Para salir más fuertes y me- jores: caminar por mayores avances hacia la universali- zación de los derechos hu- manos, cuestión harto im- portante (en ellos la sanidad pública debe crecer y forta- lecerse). Que con la expe- riencia de la contratación de temporeros extranjeros se haga de la necesidad vir- tud, e imitemos como dice el Papa “a los santos veci- nos de al lado de la puerta” (en este caso Portugal), y se inicie, ¿por qué no?, un plan de regularización para indocumentados. Recono- cerles su aportación en la construcción social (y en la Iglesia ) y no solo hacerlos objeto de caridad. Lo mismo se puede hacer con otros colectivos migratorios: primar a los menores migrantes –¡siem- pre el superior interés del menor por delante¡– y for- talecer los protocolos de defensa con las víctimas de prostitución y trata. Lo estamos viviendo. Nos aplaudimos unos a otros sin ver raza o ideo- logía. Con algo tan senci- llo como los aplausos a las ocho de la tarde (creo que son vitamina y señal de resurrección), se está con- siguiendo algo así como si la integración y la cohesión social (clave para la convi- vencia migratoria), se fue- ra fortaleciendo y fluyera con facilidad. Como si de repente –y el futuro dirá cuánto hay de verdad en ello– “tú eres fundamental para mi supervivencia y yo para la tuya”. Es decir, “Tú me importas”. En la deriva economicista de la Europa actual (o de otras poten- cias, que tanto me da), po- ner a la persona en el cen- tro de la actuación, hay que seguir fortaleciéndolo. Será más o menos triste que haya sido por necesi- dad, pero lo hermoso es la conclusión: todos nos necesitamos a todos, to- dos somos responsables y custodios de la suerte de nuestros semejantes. Con la creación entera. Sin hi- pocresía, como dice el Papa, que denuncia la ven- ta de armas mientras sigue el hambre en el mundo. El plan futuro de resurrección será el tiempo de la cohe- rencia. Otra buena vitami- na cristiana para resistir. O somos coherentes, o per- dimos todo. Coherencia, aquella por la que el Padre justificó la vida entregada de Jesus y la resucitó pleni- ficada. Aquel que dijo: Fui extranjero y me acogisteis . ¡Mira que si el cruel bichito nos enseña a ser ciudadanos del nosotros, ahuyentando nuestro des- piadado y triste individua- lismo! Me lo recuerda mi amigo Jose Maria Fernan- dez Martos: “Todos vivi- mos, creo modestamente, cuando sentimos que al- guien nos vive. Si el yo se engríe y aísla, no muere solo él, muere el sentido del vivir, porque la vida no es tuya ni mía. El vivir es nuestro. Junto a miles de luchadores, enfermos o no, pacientes y cuidadores como son los emigrantes”. Y la voz de arriba son- ríe diciendo: “Hay más ale- gría en dar que en recibir! (Hch 20, 35).  < El emigrante es paradigma social para muchas cosas y lo será en el futuro: en resiliencia, en superación de dificultades, en creatividad y en el testimonio de la enriquecedora diversidad. >

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