Ventana Europea nº 125
VENTANA EUROPEA 7 Marzo 2023 el pobre, en la eucaristía, tampoco”. De la sierra de Madrid le mandan a la parroquia de San Jorge, en la capi- tal, parroquia “puntera” en jóvenes en aquella épo- ca. La fruentaban sacer- dotes que, con el paso del tiempo, fueron nombrados obispos. Allí llegó con una amplia melena, con el pe- lo rizado, en playeras y un poncho un tanto raido. Fue una experiencia dura y pre- ciosa. Como su casa ha- bía sido siempre una casa de acogida, en la nueva pa- rroquia no iba a ser menos. La casa era muy pequeña, pero allí vivieron también unos cuantos chavales. “Allí hicimos cosas gran- des. Iniciamos el grupo de bocatas, que ahora están en la Cañada Real repartiendo bocadillos. Chavales que nunca habían salido de ese entorno y que cuando yo les dije que teníamos que ir a ver a los pobres del ba- rrio, me dijeron: «No, en este barrio no hay pobres». Fuimos a dar una vuelta, con un bocadillo, y claro que había pobres. No esta- ban empadronados, no te- nían techo, pero vivían allí. Dormían allí, en el barrio,. Y entonces empezamos a repartir bocadillos, con la intención de que el bo- cadillo fuera el medio pa- ra acercarnos a ellos. Cos- tó porque era como dar una limosna, pero fue una ex- periencia tan bonita que si- guen todavía, más de vein- ticinco años después. Si- guen con ese grupo y les ha cambiado la vida mucho a alguno de ellos. Han acogi- do algunos de cada calle en sus casas y les han alquila- do pisos y están viviendo allí, está siendo una expe- riencia muy buena”. Según Jorge fue una “experiencia preciosa de encuentros y desencuen- tros”. En una ocasión, su segundo apellido le salvó. Estaba una vez un grupo de señoras hablando mal del de las zapatillos y del pelo rizado a lo afro. Y de pronto, una dijo: “¿Pero no sabéis que es un Bernal- do de Quirós?”. Un Ber- naldo de Quirós podía ha- cer lo que quisiera, pero un “mindundi” con poncho y zapatillas, no podía. El ca- so es que algunos de los jó- venes de esa parroquia si- guen yendo a la parroquia de Santa María de la Guía, una humildísima parroquia de la que es párroco, y al- guna familia va siempre a misa allí. Fue, a pesar de todo, “una experiencia bo- nita” tener chicos con pro- blemas de droga. Tenía tres, apoyado por la aso- ciación de Hortaleza. En San Jorge tuvo esa experiencia de acogida de toxicómanos, pero también de los pobres de la calle, donde sí que participó mu- cha gente, jóvenes y mayo- res. Las señoras hacían cal- do en invierno y los boca- dillos, participaban algunas tiendas del barrio que les daban la comida para ha- cer los bocadillos y el grupo de gente, que lo acogieron muy bien y trabajaron mu- cho. “Había pobre oficial de la iglesia, uno que hacía di- bujos en el suelo. De vernos tomar café y andar los dos [ “ Cuando ( a los chavales) les dije que teníamos que ir a ver a los pobres del barrio, me dijeron: «No, en este barrio no hay pobres». Fuimos a dar una vuelta, con un bocadillo, y claro que había pobres. No estaban empadronados, no tenían techo, pero vivían allí”. ]
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