Ventana Europea nº 125

VENTANA EUROPEA 9 Marzo 2023 con fuerza a los inmigran- tes africanos. De una forma natural, de la casa se fueron yen- do los toxicómanos, que empezaban a tener ayudas del Plan Nacional sobre la Droga, así como de progra- mas autonómicos y loca- les, y la atención empezó a ser para los subsaharianos. Con entusiasmo y cariño hace una reflexión profun- da y vital: “Si el mundo de la droga a mí me dio y me hizo disfrutar y sufrir, en la misma medida de dis- frutar muchísimo, pero su- frir muchísimo por recaí- das, por robos, por cárce- les, por familias deshechas y a la vez en la parroquia, haciendo ver a la gente que eso era la vida cristiana en el compartir y en el acom- pañar a la gente que sufría. Lo de la droga fue para mí una vida de plenitud, de ver muchas veces, de tocar al mismo Jesús en la cruz y tocar al mismo Jesús en la eucaristía. Ver la cara de muchos chicos y chicas que estaban sufriendo en el mundo de la droga fue una experiencia muy fuerte en la que también la oración me sostenía con muchísi- ma fuerza”. Cuando empezó a co- nocer la inmigración afri- cana y subsahariana, cuan- do empezó a conocer a ca- da uno de los chicos, se le abrió otro mundo. “La ale- gría que proporciona la fa- miliaridad, el trabajo con los inmigrantes, el ver có- mo van saliendo cada uno de los chicos de situacio- nes de abandono y pobreza es algo que no tiene precio. Todas las historias de estas personas son alucinantes, desde los padres muertos en la guerra hasta el largo camino de angustia y sole- dad hasta llegar a España”. Los inmigrantes Sin ningún orden prees- tablecido de que me toca y te toca a ti, cada uno se po- ne a limpiar y otro se pone a preparar la comida en la casa de la carretera de Col- menar. No hay nadie que esté encargado de nada, pero todos los días hay co- mida, todos los días la ca- sa se limpia, todos los días se riega y algo que tienen todos muy dentro es el que esta casa es de todos. Co- mo ocurre en todas las fa- milias, alguna vez hay al- guien que remolonea, pero normalmente siempre hay quien hace las cosas y pue- de ser la mañana. Alguno sale, aunque no tenga tra- bajo o clases. Pero salen a Madrid a comprar algu- na cosa, comprar algo de comida, si falta, o se van ellos de compras suyas. A las dos es la comida y está hecha todos los días. Jorge recuerda que en estos más de veinte años en estas ca- sas tan solo una o dos ve- ces no estaba preparada la comida. Por la tarde empiezan a llegar los que trabajan, los que estudian y ya es un po- co más de hacer vida de fa- [ Dos casas, una dejada por el Canal de Isabel II donde viven seis personas, y otra, la de al lado, a cuarenta metros (dejada por Adif), donde viven otras ocho personas y dos personas más en dos caravanas que están entre las dos casas. ]

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