Ventana Europea | Nº 113 Marzode 2018

VENTANA EUROPEA 13 Marzo 2018 EDIT O RIAL l l l l l l lll l l l l l l l l l Olor a tierra ausente, a primavera y a perfume de luz > L as Misiones Católicas de Lengua Española en Europa tuvieron sus momentos de esplendor en los años 60-70 del siglo pasado. Eran otros tiempos. Los emigrantes, procedentes mayoritariamente del mundo rural, encontraron acogida, orientación y apoyo en las Misiones que en aquel momento estaban bien surtidas de capellanes y religiosos y religiosas españoles. En los años 70, solo en Francia, había 90 misioneros muchos de ellos claretianos. La Misión de París se abrió en 1914. En las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa había “olor a tierra ausente”. La emigración fue cambiando. Los emigrantes ya no pensaban en el retorno a España sino en lograr la “reagrupación familiar” como reclamaban las asociaciones de padres de familia y las Misiones. Con la aprobación del derecho a la “reagrupación familiar” llegaron las esposas y los niños y hubo que buscar vivienda estable para la familia y escuela bilingüe para hijos. Los emigrantes de la primera generación deshicieron las maletas para asentarse en los países de acogida pensando, sobre todo, en el futuro de sus hijos y en las oportunidades que Europa les ofrecía. Bautizos, primeras comuniones, bodas y catequesis ocupaban buena parte del tiempo de los misioneros. Corrían los años 80 y en las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa había “olor a primavera”. Luego llegaron los emigrantes latinos que revitalizaron a las Misiones. Se volvía a repetir y las Misiones reactivaron sus programas de acogida, orientación y apoyo a los recién llegados que tenían la misma lengua que los españoles pero diferentes costumbres y una religiosidad con características propias. Los latinos dieron un nuevo impulso a las Misiones que habían decaído un poco por la paulatina reducción de capellanes y porque los emigrantes españoles se iban integrando en las Iglesias locales o no aparecían tanto como antes por la Misión. La integración total de los emigrantes era un objetivo a conseguir por parte de las Misiones, las Iglesias locales y las Asociaciones de Emigrantes. La tercera y cuarta generación de emigrantes lo tienen fácil. Son hijos de dos países, de dos lenguas y de dos culturas. La integración les viene ya en su ADN. El sueño de los emigrantes de la primera generación siempre fue el retorno defnitivo a España que luego se fue demorando más de lo inicialmente previsto porque sus hijos y nietos viven y trabajan en los países de acogida y no quieren separarse de ellos. Las Misiones no están fuera de juego, ni pasadas de moda. Se enfrentan al reto de recomponer su modo de ser y estar en el nuevo contexto social, religioso, cultural y económico de Europa y de responder a las necesidades de las nuevos emigrantes que son muy diferentes a los de hace 50 años. Actualmente, en Alemania hay 33 Misiones y en Suiza 18. Las Misiones son “hospital de campaña” e “Iglesia en salida”, como quiere el papa Francisco, en este caso hacia aquellos que tuvieron que salir de sus de sus países por diferentes motivos. El pasado de las Misiones fue brillante e impagable el servicio que prestaron a la Iglesia, a los países de acogida y a los propios emigrantes. El presente es de reajuste y puesta al día y el futuro, esperanzador. En las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa hay “olor a perfume de luz” en medio de tanta “contaminación” y de tantas “oscuridades”.  VENTANA EUROPEA Revista Internacional de Información y Opinión Director: José Luis Pinilla Martín (Madrid). Redactor Jefe: Ramón Ajo Sáez (Madrid). 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