La vida de las Misiones Españolas en TVE
Los responsables del programa de Televisión Española, “Pueblo de Dios”, con su director Julián del Olmo a la cabeza, han realizado un extenso reportaje sobre la vida de las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa, del que ofrecemos en estas páginas la primera parte.
Julián del Olmo, de pie, apoya su barbilla en la mano derecha. Actitud pensativa y concentrada. Mira de frente a su entrevistado, como un águila; para centrarle en su respuesta y para intentar con su mirada, que no se desvíe por vericuetos sin importancia en la contestación a su pregunta o en circunloquios que no vienen a cuento.
Cuando el entrevistado ha terminado su exposición Julian se queda en silencio. Unos segundos que parecen eternos para el entrevistado y para todos los que contemplamos la escena. Este silencio corta el aire. Julian está esperando una última frase, una palabra más donde surja alguna chispa nueva que ilumine el guion previsto en su “laboratorio” madrileño.
A lo largo de las muchas entrevistas que ha realizado durante veinte días por cinco países europeos en donde hay Misiones Católicas para emigrantes de lengua hispana, Julian –colaborador habitual de Ventana Europea– ha dado lo mejor de sí mismo. Director del programa de TVE “Pueblo de Dios” ha estado acompañado de un excelente equipo de profesionales.
Las entrevistas y las grabaciones de los numerosos actos recogidos (“la vidilla” que diría Julián) eran cosa de la cámara de Sergio Casas. Casi duerme con ella. Es el de “Al filo de lo Imposible”, o el de “Comando Actualidad”, por ejemplo. Dicho queda para que se hagan una idea de la profesionalidad de este hombre buen cámara y buena persona.
Mientras Julián pregunta, y el entrevistado contesta, el brazo de Alberto Collantes, nieto de zamoranos emigrantes, apasionado de la tierra de sus antepasados y un pelín emocionado por ir a rodar en algún lugar donde sus abuelos dejaron media vida. Es el gran responsable de sonido y también segundo cámara, Y sostiene como si fuera continuación de su brazo, una especie de “caña en posición horizontal” que culmina en un gran micrófono ambiental. Sabe que él mismo y el micrófono deben estar siempre fuera del campo de la cámara para que no rompa la escena. Antes de grabar Alberto había hecho una pequeña prueba de sonido con la voz del entrevistado. Ha lanzado su “okey” a todo el equipo y el rodaje comienza. Ingenuo de mí, hice el primer dia un par de fotos con flash. El ruido de su encendido provocó una mirada entre furibunda e indulgente por parte de Alberto hacia ese testigo ingenuo que era yo “¡Chiss¡ ¡Silencio¡ Perdón” balbuceé. Vuelta a empezar.
Carlos González era otro de los que me abrasó con su mirada cuando imprudentemente disparé ese flash. El leve fogonazo de la cámara de mi Samsung lo percibía inmediatamente este realizador experto y sabio. Había cuidado con esmero toda la iluminación. Incluso fue capaz de crear un “ambiente cálido de nocturnidad” en una habitación donde grabaron en pleno mediodía, cerrando cortinas, combinando colores e iluminando la escena con luces indirectas. Y mi flash había roto todo el encanto. Ese fogonazo lo intentaría borrar en el visionado final en el laboratorio de Madrid. Así de perfeccionista es el realizador del programa. ¡Hasta borrar un fogonazo de un instante de luz que sobre¡. Es un leonés curtido en miles de batallas, que entró en TVE el día de los Santos Inocentes de 1988. Desde entonces ha participado en todo tipo de programas, aunque su preferencia es por los documentales y la ficción. Algunos de los programas en los que ha dejado su huella son Código Uno, Días de Cine, Identity, Corazón de…, Memorias de España, etc. Hasta que entró a formar parte del equipo de Pueblo de Dios en febrero de 2008.
ALEMANIA ¡TAN LEJOS, TAN CERCA!
Este es el título del reportaje. Me lo comentó Julián en un paseo entre los puentes del Rhin. Como si estuviera dibujado en el casco de una de las barcazas del gran rio. Toma el título de la película del mismo nombre del director alemán Wim Wenders. En ella Otto Sander y Nastassja Kinski hacen el rol de ángeles visitando la Tierra. Uno de ellos, Casiel, viola la prohibición de intervenir en las vidas humanas al salvar a una niña que cae del balcón de un bloque de apartamentos, y como consecuencia se convierte en humano. Ejemplo y sintesis del compromiso por la humanidad. Algo parecido a lo que han hecho tantas veces los misioneros españoles en Alemania (sacerdotes, religiosos/as, laicos y líderes sociales).
Empezamos nuestra visita por la Misión de Remscheid (ciudad de 120.000 habitantes); la Misión se abrió en 1961. Su primer capellán fue el salmantino Juan García Blanco y todos se entregaron en cuerpo y alma al servicio de los emigrantes. Entre ellos el navarro José Antonio Arzoz, director de Ventana Europea que ha cumplido cuarenta y siete años en Alemania (de donde se ha despedido en mayo de este año). De ellos los últimos quince desempeñando el cargo de delegado nacional de las Misiones Católicas de Lengua Española. Ahora, en la Misión, da el relevo a un joven e ilusionado sacerdote toledano, Javier Martín, que trabaja con todos especialmente con los jóvenes. A estos últimos el programa dedica entrevistas variadas y rodajes con mimo: “Soy hijo de un español y una alemana. O viceversa. O hijo de padres latinos integrados en la Misión católica”. El problema de la identidad personal con su doble cultura de pertenencia (de orígen y de destino) aflora en sus repuestas: “En Alemania soy la española y en España… la alemana”. Pronto se darán cuenta de la riqueza que esto supone como promueve incasablemente la Academia española de Formación (25.000 personas han pasado por ella) en Bonn con Vicente Riesgo al frente de un excelente equipo cuyas entrevista y la de Alfredo Sanchez quedan grabadas. A Vicente se le entrevistó casi con la medalla que las autoridades alemanas le han concedido recientemente por su labor al frente de la Academia que ha hecho su apuesta por la emigración española en Alemania con rigor y eficacia y que combina esta apuesta perfectamente con otros dos pilares básicos: la integración en familia y la educación.
Remscheid fue el marco de varios protagonistas en el programa: Inés Delgado, Eugenia Sánchez, Pablo Prieto, Cristina Elices, Francisco Jiménez fueron pasando y desgranando sus historias entrelazadas de nombres, orígenes, recuerdos, presencias, deseos y sueños. Ventana Europea tuvo también su hueco. José Antonio se ocupó de señalar sus objetivos y las imágenes de la revista ocuparon su tiempo en el programa. ¡No podían faltar!
En Colonia, una ciudad con algo más de un millón de habitantes, con 120.000 extranjeros (de los que 4.000 son españoles y más de 5.000 latinos) nos espera el bueno y gran párroco Juan Mari García Latorre, religioso “amigoniano” que lleva 35 años en Alemania. Nos cuenta que el número de hispanohablantes aumenta de año en año. Está al frente de la Misión Católica de Lengua Española en Colonia. Tuvimos la suerte de participar con él en una “misa especial” (que lógicamente dio para mucho en el rodaje) que bajo el título de “la Música une” supuso el encuentro gozoso –culminado en una paella tras la eucaristía– con parte de los cerca de mil emigrantes hispano-hablantes que participan en las celebraciones y actividades de la Misión. Varios coros hispano-hablantes enriquecieron, como si de un arco iris se tratara, la eucaristía esta vez en una parroquia alemana que quería contagiarse de la vitalidad celebrativa de los hispanohablantes. Son de distintos países pero todos hablando una misma lengua. Allí fuimos testigos de las entrevistas al amigoniano Gisbert Lordiek, al almeriense Manuel Martínez que tras cuarenta y tres años trabajando en Colonia es ahora el imprescindible cocinero de inmejorables paellas comunitarias, a Juan Porres, catalán de pro y presidente del Consejo pastoral de la Misión, que además de hablarnos de la alegría y la acción social de la misión (con 21 nacionalidades diferentes) fue nuestro guía en Colonia. O a la voluntaria vicenciana recién llegada para ayudar a la misión María Castellanos, la chilena Catherine, o la familia mejicana Cervantes con sus hijos formándose en música clásica. Y como hilo conductor de toda la grabación en Colonia, la creatividad, la ilusión, el bien saber y hacer de Juan Mari García Latorre plasmando en ráfagas su gran labor, su carisma y su entusiasmo por la misión. Con su pañuelo rojo al cuello, que a mí también me colocó, quiso rendir un homenaje televisivo a su Navarra natal.
Y lo mismo hicieron todos los espontáneos protagonistas del reportaje televisivo en Colonia. Todos –incluido el equipo de TVE– con pañuelos de distintos colores al cuello. Expresión multicolor de una realidad viva e integradora.
Voy observando que uno de los ejes del reportaje va a ser – luego lo comprobé en su emisión– José Antonio Arzoz, del que ofrecemos una entrevista en este número. Se despide de Alemania. Su voz, sus lugares, sus tareas, su emoción. Queda en mi retina la imagen de este “patriarca” de las Misiones en Alemania, (Embajador de la Tolerancia según distinción del Gobierno alemán, y medalla de Carlos III el Noble, de Navarra) abrazado por los jóvenes de Remscheid. Esos a quienes semanas más tarde el obispo José Sánchez, misionero durante más de 20 años en Alemania, impartiría el sacramento de la Confirmación
Confirmación en los ideales liberadores del Evangelio que les corresponde testimoniar ahora a ellos. Luchando por los derechos humanos y sociales de todos los emigrantes y combatiendo toda señal de racismo o xenofobia. Así se lo oí en su despacho a Jose Antonio Arzoz mientras le grababan… (si quieren ver el resultado del reportaje en Alemania pueden visitar: www.rtve.es/alacarta/videos/pueblo-de-dios/pueblo-dios-alemania-tan-lejos-tan-cerca/3149332/).
AMSTERDAM: LA CASA DEL PADRE THEO
La siguiente parada fue Holanda, a través de Ámsterdam, capital de los Países Bajos, con 850.000 habitantes de los cuales el 20 por ciento son extranjeros. Con más de 100.000 hispanohablantes, de ellos 35.000 españoles aunque fueron 50.000 en los años 60. Atravesada por el río Amstel, rodeada de canales y abierta al Mar del Norte.
Theo nos espera en la estación. Es un carmelita holandés, que vino a España a perfeccionar el idioma español y al volver a Holanda se interesó por los españoles que llegaban buscando una vida mejor. Empezó hace cincuenta y cuatro años a ayudar a los emigrantes españoles –comenzó con una Misa del Gallo, la primera dicha en español en Amsterdam en 1961–. Y a sus ochenta y dos años sigue al pie del cañón.
Un hospedaje modesto sirve para descansar un poco. Y pronto a recorrer la ciudad. Búsqueda de escenarios, recursos visuales, primeros contactos con los posibles entrevistados,… El equipo de Pueblo de Dios quiere antes de rodar, apropiarse de la atmosfera de Amsterdam. Sus calles, sus canales, sus bicicletas… sus gentes
Visitamos la nueva “Casa Migrante” en Ámsterdam. Hospitalidad, ayuda, acción social, sentido crítico y acción pastoral son los ejes trasversales de su actuación Más moderna y más lúcida que la anterior fundada en 1968. No sé si coincidiría con mayo del 68, pero su espíritu sí es el de aquellos años. Está en un edificio de dos pisos que primero fue parroquia católica y después centro de acogida para refugiados africanos. Dispone de sala, despachos, aulas y un pequeño patio al aire libre… Y una sala de ordenadores y una televisión donde se conectan con asiduidad al Canal Internacional de Televisión Española. “¡Qué bien! dicen los miembros del equipo de rodaje. “Así podrán ver este programa que se emite también por este canal”.
La directora es Toos Beentjes que recientemente ha sido distinguida con una Condecoración Real por su trabajo al frente de Casa Migrante Amsterdam y por el apoyo que siempre ha brindado a la comunidad de hispanohablantes de Holanda. Le llaman “la pastora”. Y a fe que ejerce con sabiduría su labor. Cuida de sus ovejas, conoce a muchas por su nombre. Y tiene la suerte de contar ahora con el “jubilado” P. Theo como voluntario.
Muchos anuncios de las actividades de la casa salpican las paredes de sus salas con sugerentes títulos tales como “Suéltate con el idioma holandés”, y anuncios de clases de inglés de las que nos habla Emanuela Camporeale, una voluntaria italiana. También se ofrece “La danza y la expresión corporal para los años dorados” (sic). Menos mal que advierten que no es necesario tener experiencia previa aunque, eso sí, hay que traer ropa cómoda. O los anuncios del taller de teatro que lleva más de dos años funcionando. O los de “La maleta del inmigrante”, un taller artístico de reflexión sobre la experiencia de la migración. Una gran oportunidad para reflexionar sobre las dificultades que conlleva el radicarse en un nuevo país, de hablar de ello creativamente, de desarrollar la capacidad de expresión artística y compartir con otros la experiencia personal. Todavía se mantiene el anuncio del Día Internacional de la Mujer que ofrecía teatro, talleres y música.
Muchas de las personas entrevistadas son alumnas de estas clases: Juan Fernando Gallego, Carmen Valencia y Patricia Garzón, colombianos con ganas de salir adelante configurando sus proyectos vitales en una tierra tan lejana a la suya. O cercana, como sucede con una niña, Ashley, que tiene 8 años y que nacida en Holanda de padres colombianos a quien su madre no puede dejar sola mientras estudia inglés. La niña habla español y está aprendiendo holandés e inglés como muchos políglotas niños en Holanda. Tambien hay muchos españoles como Alba Oliva o Sarai González que nos hablan de la dificultad de los primeros años y como se han ido desarrollando como personas en estos lugares de acogida.
Empezamos a rodar con Theo. Leyendo el periódico, fumando, paseando con él. Rodando sus encuentros con emigrantes para lo que no necesita “ensayar” ni interpretar nada. Son características peculiares el cigarrillo, el café y las gafas que le sirven para leer y para pensar; por eso las lleva frecuentemente sobre la cabeza. Nos habla de la Medalla de Isabel la Católica que le concedió el Rey de España de la que se enorgullece porque reconoce algo de lo que –además del cigarro, el café y las gafas– más le identifica: “Soy migrantista y moriré siendo migrantista”.
Llegamos a uno de los momentos más esperados por el equipo: Theo ha organizado una visita guiada por los canales de la ciudad. El barco lo ha conseguido gratis de la compañía con la que trabaja porque, además, es guía turístico y lleva muchos años conduciendo grupos y lo hace con la sabiduría de un viejo marinero curtido por la mar y por la vida sobre todo para grupos de hispanohablantes. El dinero que le dan las agencias es para la Casa Migrante. Las cámaras bien instaladas. Hay que recoger bien la entrevista atravesando los canales de Amsterdam. En ella nos va narrando la historia de la ciudad con sus 120 kilómetros de canales por lo que también se le llama la “Venecia del norte”. Nos recuerda, con cierta sorna, asumiendo un papel conciliador que los Países Bajos guerrearon con España y que los piratas holandeses asaltaban a los barcos españoles que traían oro de América y lo empleaban en la construcción de mansiones que bordean los canales.
Julián, con maestría, va entresacando las preocupaciones vitales que a Theo le ocupan: la emigración en busca de una vida mejor, la xenofobia, la riqueza que aportan los emigrantes a los países de acogida, la corrupción de los políticos que arruina a naciones enteras… Y ¡cómo no! el recuerdo a los santos místicos carmelitas santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz de la Castilla profunda de cuya tierra está enamorado. ¡Y de Miguel Hernandez!
Al finalizar la visita encontramos a varios españoles que conocen a Theo y Casa Migrante. Francisco Triguero, Gazul Sánchez y Fidel Calo, que cuentan su amistad con el padre Theo “a quien –dice este último– lo conozco desde hace mucho y a quien mucho quiero”.
No podíamos dejar de hacer mención de nuestro paso emocionante por la casa de Ana Frank y por los relatos discretos de los Coffee Shop y el Barrio Rojo, zona destinada a las trabajadoras del sexo (muchas hispanohablantes) en los que nos ayuda Nancy Yael Bernal, voluntaria colombiana casada con un holandés y colaboradora de Ventana Europea que nos describe el programa de atención a estas víctimas de la trata.
Después, entrevista a María Bruguetas, socióloga, y Flanklin, un emigrante colombiano, que en su país fue bibliotecario y presentador de un programa de radio. Está organizando la biblioteca de Casa Migrante. Nos dice que los libros de historia son los más demandados pero que los latinos solicitan muchos libros religiosos. Alguien nos habla del piano que donaron a Casa Migrante. Quizás, no recuerdo bien, fuera Luis Fernando Miranda quien buscaba un lugar para aprender a tocar el violín y lo ha encontrado en Casa Migrante. Desde entonces aunque no sea una eminencia en el uso del violín sabe que la música y Casa Migrante son dos apoyos imprescindibles para deshacer su soledad.
Así terminamos nuestra estancia en Amsterdam. Decíamos conversando, tomando un café que Theo es “un activista de la solidaridad y defensor de los indefensos y, que haciendo honor a su vocación de carmelita, es también un místico urbano”.
Paseamos por la noche. Hablamos de los emigrantes, Julián susurra palabras como estas: “ahí están…en tierra extraña, haciendo amigos, para que su vida, sea más llevadera. Ahí están… cargados de sueños, a la espera de que algún día no sea necesario emigrar para comer”.
SUIZA. “OLOR A TIERRA ASUSENTE, A PERFUME DE LUZ” (Unamuno)
Hay oportunidades, sí. Pagan bien, también. Pero la emigración española a Suiza actualmente no es el camino de rosas que muchos imaginan. Sin hablar alemán y francés o inglés es difícil abrirse camino en un país que ya acoge a casi 100.000 españoles. Y muchos de ellos apenas saben que los primeros emigrantes españoles en Suiza llegaron a Ginebra en el año 1957 y que a partir de esta fecha y de forma progresiva empezaron a venir a Suiza miles y miles de obreros, hombres y mujeres de todas las regiones de España, unos con contrato fijo, otros buscándolo y la mayoría con los famosos y penosos contratos temporales, conocidos como “saisonniers”. Hoy día, a Suiza llegan varios tipos de inmigrantes españoles. Por un lado jóvenes suficientemente preparados que no encuentran contrataos en España. Luego están los familiares de emigrantes de los años sesenta, de los que llegaban con la maleta de cartón y que ahora conocen el país, y están lo suficientemente asentados. Y por último, aparte de los becarios, hay familias –parte de ellas latinoamericanas nacionalizadas en España– que huyen de la crisis con una mano delante y otra atrás y que recalan en Suiza en condiciones precarias. La población hispanoparlante en Suiza asciende a cerca de 200.000 personas.
Hacia esta realidad vamos. En el aeropuerto de Zurich, el 24 de abril a las 11,20 horas con puntualidad suiza nos espera Pasquale Piemontese, un trabajador de la Misión “claretiana” dirigida por Juan Carlos Rodriguez, acompañado por los misioneros Pedro Gil y Anthony O. Igbokwe .
Tras el asentamiento en un hotelito cercano y un breve descanso empieza el trabajo. Esta vez se trata de entrevistas. Ya vendrá luego el paseo nocturno por los parques y el lago de Zurich y, otros excelentes escenarios para situarse a primera vista en el país que estamos. Empezamos por Clara Keim, secretaria de la Mision encargada de la acogida, recién llegada tras once años de trabajo en España, y con el colombiano Orlando Muñoz un buen fotógrafo que nos habla de su pasión por la fotografía. Está preparando una exposición fotográfica itinerante, llamada “Caminos de la fe”.
Anthony O. Igbokwe, encargado de los jóvenes, nos habla con pasión de los grupos de jóvenes interesados en crecer en identidad, en la fe y en la solidaridad en un contexto donde se hace difícil hacerlo junto a los desafíos que conlleva la inmigración. A él también le ha costado habituase e integrase desde su Nigeria natal a esta Suiza tan diferente a su tierra.
El sábado 25, acompañados por Antonio Canales y su furgoneta, nos dirigimos a Berna y Friburgo. Esta última es también ciudad pionera de la emigración donde en 1960 se celebraron las primeras misas en español con la presencia de franciscanos y marianistas en la Universidad. Está atendida por Miguel Blanco, delegado nacional que hizo de anfitrión para el equipo. Nos habla de La Misión como una estructura cantonal que además de organizar la las actividades propias de una parroquia tiene orientación jurídica, convivencias, peregrinaciones marianas (Nuestra Señora de Bourguillon y Nuestra Señora de Einsiedeln). También organiza formación continua de laicos a una de cuyas reuniones asistimos y grabamos. Porque –subrayan en su dialogo compartido– la Iglesia es un poderoso medio de integración.
Berna es una misión atendida desde hace tiempo por Luis Menes, sacerdote asturiano, de Gijón (que ejerce como tal). Curtido en las recias tierras africanas nos enseña con orgullo los excelentes locales de la Misión, que son de propiedad de ella misma, con lo que no dependen de ninguna parroquia suiza para el ejercicio de sus actividades en donde lleva veintitrés años. En su entorno escuchamos los testimonios vitales de Candido Fernandez que, a sus ochenta y cuatro años de edad, tiene mucho que recordar y contar y a Humberto del Río con cuarenta y cinco años de estancia en Suiza.
El siguiente día es domingo. La Misión de Zurich tiene ese día muchas actividades. Entre ellas, un bautizo en la capilla de la Misión de un niño hijo de español y venezolana. Regentan un restaurante español en el centro de la ciudad. Y a las 12,30 horas, la misa en san Pedro y san Pablo, presidida por Pedro Gril, tan cercano a los mayores donde con mucha asistencia este domingo hay celebración de la Unción de enfermos. A la salida de la misa nos acoge la asociación folklórica “As Xeitosiñas” con la música, las canciones, los bailes, y los trajes populares gallegos con todas sus riquezas y variedades. Está dirigida por José Gil Doval que nos narró la historia y la importancia de esta asociación como medio de integración y difusión de la cultura. Agradece muy sinceramente la relación y el apoyo de la Misión.
Antes de acudir con tranquilidad a esta misa, Juan Carlos se presta tranquilo y sosegado como es él a las preguntas de Julián. Acompaña con dedicación y cercanía a todos los integrantes de la Mision. Sufre con los que sufren la ausencia de su tierra, y sobre todo con los “sin papeles” de los que se preocupa con cariño y eficacia. Le ayuda la Asociación sin papeles a cuya responsable Fany Flores entrevistamos por la tarde, tras la comida y con quien nos emocionamos todos al ver correr sus lágrimas en plena grabación sintiendo el dolor de los 40.000 sin papeles en Zurich o de los 90.000 que hay en Suiza. Son sus “hijos”.
Y de allí, al día siguiente, a Ginebra en tren. Nos recibe y acompaña un zamorano auténtico y generoso (que si le dejamos cogería los mil bártulos sobre sus espaldas para servirnos). Lleva un sombrero de cowboy que le identifica como el “hombre para todo” en la Misión de Ginebra que está presente en la ciudad desde hace cincuenta y cinco años.
El escalabriniano colombiano Juan de Jesús (que estuvo antes en Getafe y Guadalajara) nos brinda la hospitalidad cordial en la misión con el mejicano Juan Carlos y el secretario. Nos hace también de historiador y de guía. Es en 1977 cuando el lugar de culto se estabiliza en la actual parroquia de Sacré-Coeur. Atendida primero por dominicos hasta 2001 en donde toman el relevo los misioneros escalabrinianos. Grabamos en la sede de la Parroquia Católica de Lengua Española. Hoy día con clara preminencia de latinos cuyas expresiones de devoción popular de imágenes variadas vemos en la cripta de la iglesia.
Esta información es completada con la que nos describen posteriormente Teresa –cincuenta y cuatro años en la misión– afanada ahora en los preparativos de la fiesta de la misión y Victor Gonzalez, encargado de la economía de la misión, que tiene muy clara su doble pertenecía al servicio a la parroquia de lengua francesa y a la Misión española. Lorenzo Janeiro nos habla de los jóvenes migrantes que luego participaran activamente en la misa que grabamos en la iglesia. Muchos de estos asisten a uno de los servicios más numerosos y eficaces de la Misión: las clases en francés, imprescindibles para cualquier trabajo que se quiera encontrar. Más de 160 personas en 10 grupos que coordina Miguel Otero (y describe pormenorizadamente delante de las cámaras) en las salas que rodean el amplio salón de usos múltiples que hay en la sede de la Misión. Completan los testimonios las bolivianas Carla y Julia, y la panameña Adelaida Valdés. Muchos acentos y expresiones de las lengua española para un proyecto integrador de la inmigración a la que la Misión sirve ejemplarmente
Terminamos nuestra primera etapa en este viaje al corazón de las misiones en Europa. Muchas escenas, muchas personas, muchas emociones y gestos, acentos e historias que simbolizan y resumen la de cientos y cientos de personas, de españoles (y ahora latinos) de muchos sacerdotes y religiosas que salieron, a mitad del siglo pasado, con nuestros emigrantes para acompañarles en su nueva vida y ayudarles en sus necesidades espirituales y sociales. Porque no resultaba fácil llegar a un país extraño sin conocer su idioma, con costumbres diferentes, lejos de la familia, trabajando duro y malviviendo para ahorrar dinero y mandarlo a España. En las Misiones, los emigrantes encontraron acogida, amigos, orientación, acompañamiento espiritual y servicios de todo tipo: cursos de lengua y cultura del país, arreglo de papeles, esparcimiento, atención personalizada y apoyo a sus justas reivindicaciones.
Y todos ellos con el “olor a tierra ausente, a perfume de luz” según está grabado en la medalla de oro a la emigración que concedida por el Gobierno español, Juan Carlos nos enseñaba satisfecho. Frase grabada en la medalla… y en el corazón.
También nosotros nos marchamos con el corazón agradecido (nos espera París, Bruselas, Amberes… para una próximo viaje que también relataremos en Ventana Europea).