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“Caminando por la dignidad”
Contra la trata con mujeres migrantes

<span style='color:#27509b;font-size:18px;font-weight:500;'>“Caminando por la dignidad”</span><br> Contra la trata con mujeres migrantes

El día 8 de febrero la Iglesia católica celebra la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita. La vida y testimonio de esta santa inspiraron al papa Francisco para establecer la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata. Es la Red Internacional Talitha Kum, de la Unión de Superiores y Superioras Generales, la encargada de coordinar los preparativos y motivar la celebración de esta jornada a nivel mundial.

Marifrán Sánchez Vara. Madrid

Santa Bakhita, la hermana universal, nació en un poblado sudanés, en torno a 1869. Siendo niña, fue secuestrada, arrancada con violencia para siempre de su familia y su hogar, para ser esclavizada. Durante años estuvo sometida a varios amos, fue vendida en varias ocasiones como una mercancía más, como un objeto para el lucro y la comodidad de otros. Vivió en primera persona la esclavitud hasta que, estando en Italia al servicio del último amo que la había comprado, conoció a las Hermanas Canossianas, recibió los sacramentos en enero de 1890 para finalmente consagrarse al Señor como religiosa haciendo los votos el 8 de diciembre de 1896. Murió el 8 de febrero de 1947 y fue proclamada santa por san Juan Pablo II el 1 de octubre del año 2000.

La cruda y dolorosa realidad que experimentó santa Bakhita durante su cautiverio y el testimonio de su proceso de liberación inspiran nuestro trabajo para erradicar la trata de personas y la esclavitud, así como los materiales, actividades y propuestas que se gestan desde el equipo del Departamento de Trata de Personas. Este año 2023 el lema de la jornada ha sido “Caminando por la dignidad”. En la presentación del tema se nos proponía realizar un viaje, una peregrinación más bien, cuyo horizonte es la dignidad de toda persona. Para trazar este camino y realizar este peregrinaje, se nos proponían unas acciones y un modo determinado de hacerlas. En torno a esas acciones o verbos, estructuramos los contenidos de la revista que desde el Departamento preparamos para esta jornada.

Reconocer

Se nos invitaba a caminar con ojos abiertos para RECONOCER procesos que llevan a muchas personas a situaciones de vulnerabilidad, con muchas posibilidades de ser captadas por las redes de trata de personas. En muchos lugares del mundo se encuentran entidades de la Iglesia que caminan de esta forma, detectando estas realidades y haciendo un trabajo de prevención para evitar el daño. Como ejemplos de este trabajo que hace la Iglesia contamos con la participación de las Religiosas Adoratrices y Oblatas del Santísimo Redentor, a través del proyecto Kredita na Bo en Cabo Verde y Centro La Esperanza en Medellín (Colombia), así como de una cooperante laica con experiencia de acompañamiento a mujeres en campos de refugiados de Nigeria. El trabajo de prevención es esencial, y no nos remite exclusivamente a países de origen, cuando la trata está vinculada a las migraciones. Tras la llegada de la pandemia, se viene detectando en nuestro país el incremento de la captación a través de internet y las posibilidades que ofrece. Empezamos a hablar con más frecuencia de trata interna. Todos y todas estamos invitados a caminar con ojos abiertos en nuestro entorno más inmediato. Los jóvenes de hoy son muy activos en las redes sociales, donde se exponen mucho y con demasiada frecuencia, aportando quizá demasiada información útil a quienes, protegidos por el anonimato que también facilita internet, acceden a quienes consideran fáciles de captar.

Descubrir

En la segunda etapa del camino, se nos proponía caminar con un “corazón atento” para DESCUBRIR caminos de cuidado, inclusión y empoderamiento. Para acompañar a quienes son o han sido víctimas, es fundamental hacerlo desde el corazón, desde las entrañas, desde lo más profundo de nosotros mismos. El cuidado desde el corazón es elemento clave en los procesos de acompañamiento y recuperación, porque el cuidado y el amor dignifican a quienes han visto su dignidad agredida, violentada, pisoteada. Compartieron su experiencia y testimonio las Hijas de la Caridad a través del Proyecto Châtillon en Teruel, los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca con su proyecto en Arahal (Sevilla), donde acompañan a hombres que han sido víctimas de la explotación laboral. Y finalmente, desde la Asociación Elín de Ceuta, la hermana Paula, carmelita de la caridad Vedruna también nos ofreció la posibilidad de conocer su experiencia de acompañamiento a mujeres y hombres migrantes, procedentes en su mayoría de Africa subsahariana.

Promoción

El reconocer los procesos y las personas, los caminos y a quienes cuidan, provoca a quien se adentra en esta realidad una inquietud que nos conduce a la implicación y a comprometernos de alguna manera. Por eso, en la tercera etapa del camino se nos mueve a la promoción de acciones contra el tráfico. Cada uno desde su lugar, desde su realidad, en su entorno más inmediato, puede aportar su granito de arena. Todos podemos hacer algo, aunque parezca insignificante. Muchas son las personas que se han sentido interpeladas a iniciar y promover acciones contra la trata desde diferentes ámbitos: prevención, formación, sensibilización, etc. En ocasiones sin apenas recursos, pero sí con la fuerza y el entusiasmo que brota de la motivación y la llamada al compromiso. Como muestra, escribieron para nuestra revista los responsables de equipos diocesanos que se han creado recientemente en Cáceres y en Canarias. Mujeres unidas y organizadas en torno a la tarea de dar a conocer esta realidad, contribuir a la prevención, con acciones y proyectos concretos. Otros ejemplos como el de Cáritas diocesana de Lugo, nos permitió aproximarnos a un programa de sensibilización hacia la comunidad cristiana sobre las situaciones de pobreza y exclusión que observan cada día, así como la necesidad de la solidaridad y el compromiso.

Cultura del encuentro

En todo este trayecto que realizamos, no podemos olvidarnos de quienes perpetran este crimen ni de quienes, de alguna manera, lo hacen posible. Por ello, en la vigilia de oración que propusimos, tuvimos muy presente a estas personas, que también necesitan de la conversión del corazón. La última acción que se nos propone en este camino o peregrinación por la dignidad es la “construcción de la Cultura del Encuentro”, juntos, todas y todos, que nos conduzca a la conversión de los corazones y a sociedades más inclusivas. La cultura del encuentro, de la que tanto habla el papa Francisco, nos permite reconocernos como personas, poniendo en valor nuestra dignidad, reconociéndonos y respetándonos como seres humanos. Si no ponemos en el centro a la persona y su dignidad, la cultura del encuentro será otro tipo de “cultura”.
El testimonio y la sencillez de Bakhita nos recuerda que hoy, en nuestras sociedades del primer mundo y del bienestar, se continúa esclavizando y denigrando a personas. Esta Jornada supone un llamamiento al reconocimiento, respeto y valoración de la dignidad de toda persona

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