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Las guerras locales son siempre globales

Cuando los ricos se constipan, los pobres tienen neumonía”. Esto es lo que está sucediendo con la guerra que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha provocado en Ucrania. Aparte de los muertos, la ruina y los millones de desplazados internos y externos que han diezmado la población ucraniana, la economía mundial ha acusado el golpe, particularmente la europea. Mientras los países ricos se empobrecen un poco, los países pobres de hunden en la miseria por la escasez de alimentos básicos y los que hay en el mercado tienen precios inalcanzables para ellos. Esto demuestra que ya no hay guerras locales sino que todas son globales lo que agrava y sobredimensiona el conflicto y sus consecuencias.

El papa Francisco ha condenado la utilización del trigo como “arma de guerra”. “Es muy preocupante el bloqueo a la exportaciones de trigo de Ucrania de las que depende la vida de millones de personas, especialmente en los países más pobres. Pido encarecidamente que se hagan todos los esfuerzos posibles para resolver este problema y garantizar el derecho humano universal a la alimentación. Por favor, no utilicéis el trigo, un alimento básico, como arma de guerra”. El ejército ruso tiene bloqueadas, en Odesa, más de 20 millones de toneladas de trigo y Putin echa balones fuera diciendo que esto sucede por las sanciones que Occidente ha impuesto a Rusia. Vamos, que la culpa es de los otros y no suya.

Los tres meses de guerra han dejado algunas cosas claras: que el “paseo militar” que Putin había soñado para sus tropas en Ucrania fue una delirio de grandeza del “gran jefe” ruso; que la guerra suma y sigue, con altos costes de vidas humanas en los dos ejércitos, provocando el rearme en todos los países y el incremento de los presupuestos militares; que la guerra ha reforzado a la Unión Europea; que Putin sigue vendiendo al pueblo ruso la idea de que “la operación militar especial” que lleva acabo en Ucrania es para acabar con los “nazis” y no para adueñarse de su territorio y que, tarde o temprano, “invasores” e “invadidos” tendrán que sentarse a negociar para firmar la paz. El problema es qué país puede hacer de mediador y sea aceptación por ambas partes. Podría ser China, que está agazapada a la espera de intervenir, directa o indirectamente, y sacar partido económico, político y estratégico de la situación.

La guerra de Ucrania está sirviendo de justificación para un rearme mundial a gran escala por si a algún “loco”, como en el caso de Ucrania, se le ocurre invadir un país y tiene que recurrir a las armas para defenderse frente al invasor. La violencia es un mal crónico de la humanidad que aún no se ha logrado erradicar, a pesar de algunos intentos, entre otras razones porque no queremos ponernos en tratamiento, lo que evitaría muchas tragedias, personales y colectivas, que tienen su máxima expresión en las guerras, ahora empleando sofisticado armamento tecnológico y bacteriológico y hasta nuclear si llega el caso.

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