
Europa: reinventar la política y las instituciones para salir de la crisis
Esta Europa mía, esta Europa tuya, esta Europa nuestra está en crisis. Crisis económica y crisis de valores. La propia democracia está en crisis. Hay que salvar a la democracia y también a Europa porque en ambas causas nos jugamos mucho. En la sociedad se acusa un creciente desinterés por la política tal y como se está llevando a cabo (las encuestas así lo revelan) y mucha gente con vocación de servicio público ha orientado su trabajo hacia espacios y organizaciones que no tienen que ver con la política de los partidos tradicionales. La cultura del individualismo y del hedonismo nos ha llevado a preocuparnos de nosotros mismos dejando los asuntos públicos en manos de los profesionales de la política y no pocos de ellos nos han defraudado porque utilizaron la plataforma política para sus intereses personales o de partido. Los tribunales de justicia están llenos de casos de corrupción y malversación de fondos públicos. Es urgente regenerar la política y eso solo se consigue con políticos honestos que pongan el bien común por encima del bien particular. Esa es la esencia de la política y debe ser el compromiso de todo político que se precie.
Una gran parte (¿mayoría?) de los ciudadanos europeos piensa que las instituciones políticas que tenemos, tal y como funcionan en la actualidad, no nos representan adecuadamente porque se han burocratizado, desconectado de la ciudadanía y alejado de los grandes problemas de la sociedad. Quien manda en Europa (y en el mundo) son los “mercados” que imponen su ley caiga quien caiga y ya se sabe quiénes son los que caen primero y más hondo. Los políticos y las instituciones se muestran incapaces de ponerle freno al mercado que no solo impone sus objetivos macroeconómicos (reducción del déficit) sino también medidas concretas que afectan directamente a los ciudadanos (recortes e impuestos) para conseguir sus objetivos. Mientras se recortan los presupuestos de los servicios públicos (educación, sanidad…) hay dinero multimillonario para “rescatar” a los bancos por su mala gestión cuando no malversación de fondos. La ciudadanía contempla, con asombro, cómo “nadie” devuelve el dinero malversado o robado. Luego, se extrañan que la gente esté “indignada”.
Urge reinventar la política y las instituciones para que puedan hacer frente a los nuevos retos que a los que tiene que hacer frente Europa y no solo en el campo económico. Una reinvención que las vuelva a conectar con la ciudadanía y tengan capacidad para controlar a los mercados.