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Los “voluntarios” que ayudaron a los españoles

Ventana Europea quiere levantar acta de reconocimiento y agradecimiento por los servicios prestados a los emigrantes españoles y latinoamericanos en Europa a tantas personas, muchas de ellas anónimas, que hicieron y siguen haciendo todo lo que está en sus manos para ayudar a los emigrantes y mejorar sus condiciones de vida. En la segunda mitad del siglo pasado, cuando la gran emigración, centenares de “voluntarios” (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos) se ofrecieron para acompañar a nuestros emigrantes que huían de la pobreza de la España de la posguerra. Las Misiones Católicas de Lengua Española (originariamente Capellanías) pusieron en marcha numerosos servicios para atender a las necesidades más apremiantes de los emigrantes españoles. Los “voluntarios”  crearon servicios de acogida y acompañamiento, montaron asesorías laborales y abrieron aulas de cultura y aprendizaje del idioma y guarderías para que las madres pudieran trabajar. Los primeros años de la emigración a Europa fueron duros. La soledad y la nostalgia eran las compañeras de viaje de los emigrantes que habían llegado a un país social, y cultural y políticamente muy diferente de España y sin hablar su idioma. En ese momento se hicieron presentes los “voluntarios” de las Misiones Católicas de Lengua Española: compartiendo sus alegrías y sus penas, asesorando en las contrataciones para que los emigrantes supieran de que iba su trabajo, haciendo de mediadores con las empresas y sus familias, ofreciendo un lugar de encuentro con otros españoles, visitando a los enfermos en sus casas y en los hospitales, celebrando el domingo con una paella comunitaria después de la misa de medio día, dando formación a los mayores y catequesis a los niños… Las medallas y premios concedidos recientemente a José Antonio Arzoz, Vicente Riesgo, Theo Beusink, Misión de Lengua Española en París (Rue de la Pompe) y Asociación Hispano-Belga son el reconocimiento oficial a una labor de muchos años con los emigrantes españoles en Europa.
La reagrupación familiar fue una nueva fase de emigración porque había que buscar guarderías y escuelas para los hijos con clases  bilingües. Y es ahí cuando los padres vieron la necesidad de organizarse para reivindicar derechos y buscar soluciones a los problemas de presente y de futuro que se les plateaban a sus hijos. Y así nacieron las Asociaciones de Padres de Familia llevadas por “voluntarios” que lucharon para que los emigrantes de la segunda y tercera generación fueran ciudadanos con plenos derechos y obligaciones.
Los hispanohablantes que han llegado a la Unión Europea siguen un itinerario similar a los emigrantes españoles. Hoy como ayer, las Misiones Católicas de Lengua Española y los “voluntarios” no hacen distinción entre españoles y latinoamericanos a la hora de atenderles y ofrecerles sus servicios.

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