La Pascua y los inmigrantes
“… Desde 1988, han muerto a lo largo de las fronteras de Europa al menos 18.058 personas. Aunque nadie sabe cuántos son los náufragos de los que nunca hemos tenido noticia. Lo saben solamente las familias de las personas desaparecidas, que desde Marruecos a Sri Lanka, se preguntan durante años qué ha pasado con sus hijos partidos un buen día a Europa y que nunca más volvieron.
No parece que la Pascua sea tan florida en Europa y en España. Pero percibí luces en la noche pascual al recordar que hay algunas nuevas y buenas noticias. Por ejemplo, la reciente sentencia de hace un mes del Tribunal Europeo de Derechos humanos que ha condenado a Italia por la expulsión colectiva de inmigrantes a Libia en el 2009. 200 ciudadanos somalís y eritreos, interceptados en 2009 a 35 millas de la isla de Lampedusa con derecho a asilo, que huían de Libia y fueron devueltos mediante engaños a aquel país, donde fueron torturados. O el Informe del Defensor del Pueblo en España que advierte sobre la excepcionalidad de la sanciones de expulsión y de la medida de internamiento en los CIES. Somos también andariegos con la antorcha nazarena en la mano, abriéndonos paso a través de las noches de pasión y crisis. Y nuestra Iglesia en España dice que en la crisis una de las “víctimas principales (y no causantes)” son los emigrantes. La Iglesia, como en otros casos, resiste activa y místicamente –al lado de Cristo y de los hombres– porque a pesar de todo, espera la resurrección que tira de nosotros, para descubrir al Viviente a nuestro lado.
Tenemos necesidad de caminar, de gastar estas fuerzas que, con afán incansable, nos empujan siempre hacia delante. Pero a algunos solo les espera la valla delante, el desierto detrás, un barco de la OTAN o el fondo del mar bajo sus pies. Y en muchos casos, la muerte. Nosotros debemos abrirles las puertas –lo decían los obispos este año– y ofrecerles la comunión, la resurrección de Cristo y el Pan de la Vida.
El mundo se hace pequeño ante el fenómeno de la migración y está buscando nuevos paradigmas sociales en este nuevo escenario en donde, «la nueva evangelización nos permite aprender que la misión ya no es un movimiento norte-sur o este-oeste, porque es necesario desvincularse de los confines geográficos» (según apuntan las Líneas del próximo Sínodo)».
Del artículo de José Luis Pinilla (Director de la Comisión Episcopal de Migraciones) «Si la Pascua no parece tan florida… ¿Por qué cantamos?».