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«Las Patronas»

«Las Patronas»

Barrio América continúa hablando de América aquí pero también de América allá. América Latina, esa frontera que le queda a España separada por unos 14.000 kilómetros (según se mire) es un lugar al que llegar. América Latina posee una riqueza que va todavía más allá de esos lugares paradisiacos que nos muestran siempre en las agencias de viaje. Ya imaginan que hablo ahora de su gente. De esa que puebla los valles, los ríos, las orillas de las lagunas y por qué no decirlo, las cuida. Cuida lo que hay en ellas, pero también lo que pasa por ellas, las personas que transitan por ellas. Defienden una cuestión muy pronunciada últimamente llamada: Derechos humanos.

Todo comenzó por allá de 1948 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo cual marcó un hito para la humanidad. La elaboraron, por parte de representantes de todas las regiones del mundo. Todas estas regiones contaban con antecedentes jurídicos y culturales distintos. Todos la proclamaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas en París el 10 de diciembre de 1948 con el ideal común que establece que los derechos fundamentales deben protegerse en el mundo entero. Esta ha sido traducida a más de 500 idiomas.
En la declaración se considera que cuestiones como la libertad, la justicia, la paz en el mundo deben tener de base un reconocimiento de dignidad intrínseco. Son derechos que nos corresponde a todos por igual, por el mero hecho de haber nacido humanos.

Quiero traer aquí la ejemplaridad de un grupo de personas, defensoras de los DDHH en México. Ellas son “Las Patronas”
La cuestión de la migración centroamericana se encuentra en un momento clave para la toma de decisiones políticas, a favor o en contra de la misma. Para muchos migrantes, el objetivo de llegar a los EEUU se hace cada vez más necesario para muchas personas desde Centroamérica: Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.

Para llegar a los EEUU desde ahí, hay que atravesar México, un país de una dimensión de 1.964.375 km2, que se dice pronto.
Existe en Centroamérica un mecanismo que ha echado a andar desde hace un tiempo. Algunas de las personas que salen del país, lo hacen para salvar la vida. Lo hace huyendo de una persecución y por qué no decirlo, hasta de la muerte.

En esta huída, que pudiera parecernos a todos un tanto “posible” de planificar, no lo es. Las personas que salen de estos países huyendo en muchas ocasiones lo hacen con lo puesto, sin avisar a nadie que se marchan. Es la violencia, la ausencia de estructura estatal, la falta de protección y la falta de acción por parte de las autoridades, así como la impunidad lo que en algunos casos genera un ambiente hostil que vuelve irrespirable el terreno. Todas estas cuestiones no estaban tan claras con anterioridad para todos. Hace 25 años por lo menos, no.

Entre el despojo en origen y el despojo en el trayecto, las personas que se someten a un proceso migratorio sin recursos desde Centroamérica lo hacen entre muchas sombras, y muchas noches.

El trayecto a pie, y a hombros del tren de carga llamado “La Bestia” las somete, en muchas ocasiones a robos, secuestros, violencia, cansancio y hambre. Cuando en México todavía no era visible la migración, hubo un grupo de personas que sí lo hicieron. El tren que hace el recorrido desde casi la frontera con Guatemala hasta el norte de México por un lugar que se llama Guadalupe la Patrona.

La fundadora de este grupo es la matriarca Leonila, quien comenzó con este trabajo desde 1994. Desde hacer lonches de frijoles y tortillas para regalar. Con el dinero que tenía compraba esa comida para alimentar a las personas que viajan a lomos de la bestia. Ella y sus hijas, ahora también sus nietas y muchas personas voluntarias, apoyan esta labor de las Patronas.

Este tipo de acciones, sobre todo para ayudar a llegar al destino al migrante, se traduce en una acción contundente, de un calado fundamental sobre un tratado de quienes somos en esta vida y lo que venimos a hacer.

En la actualidad, los flujos están volviendo a cambiar. No son tantas personas como hace diez años las que transitan por esta vía. Son los controles de documentación, la violencia, los secuestros y la inseguridad la que hace cambiar las vías. Sin embargo, las Patronas están ahí, siguen repartiendo comida y, sobre todo, siguen diciéndole a la sociedad que ese ayudar a los demás se traduce también en pasos hacia la eliminación de esa desigualdad social que tanto buscamos.

Cecilia Estrada Villaseñor
OBIMID – Instituto Universitario
de Estudios sobre Migraciones
Universidad Pontificia Comillas.

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