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La “cultura de bienvenida” a los inmigrantes en Alemania

La “cultura de bienvenida” a los inmigrantes en Alemania

eua95-2-300x185-2866992Después de las elecciones del pasado 22 de septiembre en Alemania todo sigue casi igual que antes. Angela Merkel seguirá gobernando el país germano con mano férrea y dictando dentro y fuera de sus fronteras el camino a seguir en la política europea, igual quienes sean sus aliados.

La imagen de Alemania en el exterior resulta, parece, cada vez más atractiva para inmigrantes, pero solo los trabajadores cualificados, los inversores, los estudiantes y los turistas son bienvenidos, aquellos que suponen un beneficio para la economía del país, los que trabajan y pagan impuestos. Pero están los otros, los que llegan con lo puesto, unos huyendo de guerras que se libran con armas fabricadas en algunos de los países a los que emigran y otros huyendo de la miseria en que tienen que vivir ellos y los suyos en sus lugares de origen para buscar una vida mejor en otra parte, algo que es legítimo según el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero nada fácil.
NO HABRÁ REFORMAS EN LA POLÍTICA DE INMIGRACIÓN
Tras el hundimiento el pasado 3 de octubre, ante las costas de Lampedusa, de un barco con unos quinientos inmigrantes a bordo, en su mayoría procedentes Eritrea y Somalia, y casi trescientas víctimas, se agudizó en Alemania y en Europa el debate sobre la inmigración ilegal y los métodos de acogida a los que llegan a sus fronteras.
Los ministros de Interior de los países de la Unión Europea se reunían en Luxemburgo el pasado 8 de octubre, a petición de Italia y Francia, para buscar soluciones a los problemas que lleva consigo la llegada masiva de esos inmigrantes a las costas mediterráneas de la UE, especialmente a Italia y Grecia, que se ven desbordados con la situación.
Se esperaba de esta “cumbre” poder flexibilizar la política de inmigración e iniciar reformas que ayudasen a repartir las cargas entre los países de la Unión de forma más justa, empeño que no dio resultado a causa de la resistencia de algunos países, especialmente de Alemania.
Buscando culpables
Según el ministro de Interior, Hans-Peter Friedrich, Alemania no quiere cambios en la ley de inmigración existente, especialmente el acuerdo de Dublin II, por el que cada país de la UE debe acoger a los inmigrantes que lleguen a sus fronteras, fue objeto de controversia, ya que favorece a países como Alemania. El Código de fronteras Schengen seguirá vigente, se reforzará la vigilancia en las fronteras exteriores de Europa a través de Frontex y Europol y se acentuará la persecución a los traficantes de personas, a los que el ministro alemán culpa de las catástrofes que poco a poco convierten al Mediterráneo en cementerio de África. Y así, se combatirán nuevamente los síntomas en vez de las causas del problema.
ALEMANIA RECRIMINADA
Alemania, que por un lado propaga su “política de bienvenida” a los inmigrantes , tiene que soportar, por otro, críticas sobre la forma en que éstos son tratados y sobre los métodos con que se intenta mantener alejados de las fronteras alemanas a los que llegan, supuestamente, para beneficiarse del sistema de prestaciones sociales del país.
Renombrados políticos, como el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, recriminan al Gobierno alemán de no hacer lo suficiente para dar acogida a los inmigrantes y abogan por un reparto más justo de las cargas de la inmigración entre todos los países de la UE.
En el Ministerio del Interior en Berlín rechaza el reproche, alegando que el pasado año Alemania habría acogido a unos 65.000 inmigrantes, muchos más que Italia, por ejemplo.
LA OTRA CARA DE ALEMANIA
“Queremos acoger a las personas que huyendo de situaciones inhumanas, del miedo o del hambre llegan a Europa, donde con frecuencia reciben nuevamente un tratamiento inhumano. Con nuestras posibilidades, queremos darles la bienvenida, tratarlos con respeto y ofrecerles, si la quieren, nuestra protección. Queremos tenerlos entre nosotros…”, este texto es parte de un manifiesto de la iglesia St. Pauli de Hamburgo, respaldado por numerosas firmas, que desde esta primavera alberga a unos 80 fugitivos africanos, y que fue dado a conocer en un momento en que la situación de los inmigrantes se agudiza.

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