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La mujer, ¡qué gran invento!

La mujer, ¡qué gran invento!

r92-222x300-4975907Es una exageración decir, con toda probabilidad, que las Misiones de Lengua Española en Europa no existirían sin las mujeres, pero casi. Los sacerdotes, últimos y primeros responsables de la Misión, poco podrían haber hecho sin la ayuda y colaboración, casi siempre desinteresada, de la mujer. Por eso, para las Misiones de Lengua Española en Europa, y para la Iglesia en general, la mujer ha sido un gran invento.

Cómo es actualmente la situación de la mujer española emigrante en Europa. Cómo es la mujer que emigró hace décadas. Cómo es la mujer que emigra en estos momentos. ¿Se integra, junto con otros compatriotas, en la nueva vida? ¿Frecuenta las Misiones? La respuesta a estas preguntas no es unánime en los diversos países europeos donde hay Misiones. Aunque sí hay algún denominador común: la mujer emigrante es luchadora, emprendedora y con fuerza para soportar la dura vida en un país lejano, lejos del terruño. Además, por lo que a las Misiones respecta, la mujer es pieza fundamental en la vida de las mismas.
SITUACIÓN DE LA MUJER EMIGRANTE
En Suiza es muy difícil dar una respuesta unánime, ya que cada mujer emigrante tiene una experiencia de vida diferente, costumbres, cultura, situación económica, etc.
Se podría hablar de distintos grupos:
• Las que llegaron en los años fuertes de la emigración (años 70) y de las cuales muchas ya se marcharon. La mayoría de ellas con bajo nivel de cualificación laboral, trabajan, entre un 80 y un 100% en trabajos clásicos de la emigración del sur de Europa: hostelería, limpieza… La mayoría están casadas con españoles o personas de lengua materna española. Casi ninguna accedió a la nacionalidad suiza, sino que poseen el permiso de estancia de larga duración.
• Las de origen latinoamericano son bastante jóvenes y la mayoría se dedica a ser madres y amas de casa. Cuando la familia se va haciendo mayor, trabajan pero en un porcentaje no muy alto, porque raramente son la fuente principal de ingresos de la familia. Están casadas con suizos (lo que les permite adquirir la nacionalidad suiza) y parte de ellas tienen incluso formación universitaria.
• Españolas que han venido en los últimos años, casadas con suizos y con alto nivel formativo. Para este grupo, acceder a un trabajo cualificado es bastante difícil porque además el idioma es siempre un impedimento para acceder a puestos de trabajo de mayor nivel.
• Españolas (tanto originarias, como latinoamericanas nacionalizadas) que han venido en los dos últimos años, producto de la crisis: nivel educativo alto, pero sin grandes expectativas, porque necesitan ganar dinero rápido y las posibilidades de aprender el idioma se les limita (tanto por tiempo como por economía).
• Se podría hablar incluso del grupo de mujeres que ingresan en el país de manera ilegal, y las mafias se aprovechan de esta situación, para explotarlas sexualmente, están obligadas a realizar trabajos degradantes, para poder permanecer en el país.
Muchas de ellas están desempleadas, y en algunos cantones una de cada cuatro realiza trabajos para el que están sobre-cualificadas. Con el paso del tiempo pierden autoestima y seguridad, esto las hace más dependientes e inseguras a nivel personal.
Lo cierto es que han tenido menos oportunidades de integración aquellas mujeres que solamente han venido en busca de trabajo, mientras que las que han contraído matrimonio y formado hogar con parte suiza las posibilidades de integración han sido mayores.
En Bélgica también hay que distinguir entre las mujeres españolas que llegaron en los años difíciles de la emigración, que llegaron duramente pero la mayoría se han situado en el país que les acogió; hoy descansan y viven para sus hijos y sobre todo para sus nietos que les retienen y aún añorando su pueblo de la niñez, se quedan por echar una mano a los suyos y poder disfrutar de la vida de sus nietiños. Estas mujeres están integradas y dan por bien lo mal que lo pasaron.
Mujeres jóvenes españolas que llegan recientemente buscando trabajo y que tienen un nivel de formación adecuado, con conocimientos de francés pero dominando más el inglés, suelen vivir con austeridad y con ciertas dificultades, que al principio se las resuelve en muchas ocasiones la familia desde España hasta que poco a poco encuentran personas que les acojan y aseguran sus objetivos.
La mujeres funcionarias de la UE o casadas con funcionarios viven holgadamente, con un nivel que en España no se lo permitirían. No se les puede decir que sean emigrantes.
La mujer latinoamericana es una mujer con valentía y fortaleza. Sabe a qué ha venido pero también sabe que necesita estar aquí para sacar adelante su familia, o parte de ella, que esperará en su país siempre la ayuda que ella les envíe.
En general, tienen una formación elemental, con dificultades en el idioma aunque suelen hacerse entender y pronto pierden el miedo a este país extraño del todo para ellas. Viven en familia o con compañero, tienen hijos allá y aquí, trabajan lo más que pueden, viven pobremente pero mejor que allá, ven a sus hijos aquí felices e integrados, sienten las penas en secreto, y muchas de ellas no salen de sus ambientes y mundos, donde encuentran descanso y sentimiento. De momento respetan a Bélgica pero poco más.
Por lo que respecta a Francia la emigración española de los años 60 tiene sin duda un primer rostro de mujer, que fue acogida como mano de obra principalmente como “bonne à tout faire” (empleadas de hogar, para el servicio de la casa y cuidado de los niños). Se las ve también trabajando en la limpieza de oficinas, y locales comerciales, así como en algunos trabajos en cadena de ciertas fábricas. En muchos casos, la mujer casada se hace responsable de una portería como “concierge o gardienne”, trabajo que les proporciona una vivienda (“loge”) gratuita, incluídos el agua, gas y la electricidad. Aquellas mujeres –las menos– con una formación académica más elevada, accedían a puestos administrativos de sencilla responsabilidad.
Lo dicho anteriormente es necesario para comprender lo que hoy vemos en Francia con respecto a la mujer emigrante española, concretamente en París.
En la Misión se siguen recibiendo españolas de esos años 60-70. Son abuelas en su mayoría, cuyos hijos, nacidos en Francia, se han integrado en la cultura francesa por completo. El porcentaje es del 10% con relación al resto de mujeres emigrantes de otros países hispanohablantes. Muy fieles, algunas pocas siguen sirviendo como empleadas de hogar. Otras han sido porteras de fincas y otras, disfrutando de su jubilación, siguen ejerciendo pequeños trabajos domésticos.
Pero es cierto que el rostro de la mujer emigrante que frecuenta la Misión Española es mayormente de origen latinoamericano (hispanohablante). Un porcentaje nada despreciable ha adquirido su DNI español y muchos el permiso de residencia en España.
Algunas asisten a la misa dominical, y la mayoría viene en demanda de los servicios sociales: bolsa de trabajo, ropero, clases de francés, consultas, etc. Su situación es de precariedad. Sobre todo quienes han vivido anteriormente en España se encuentran con tres grandes barreras: la pesadilla de poder encontrar una vivienda digna, el idioma (y cultura francesa) y el puesto de trabajo. En la vivienda, alquilada o realquilada de 9 a 20 metros cuadrados como mucho, conviven varias personas no siempre de la familia, con muchas dificultades para disponer de un cuarto de baño completo individual. Los trabajos de estas mujeres son: cuidado de niños, limpieza, planchado, compras y cocina… y en algunos casos cuidado de personas ancianas. Según van adquiriendo mayor conocimiento del idioma se va abriendo el abanico de mejoras laborales.
Hay, en tercer lugar, una mujer española que llega a Francia con casa y con puesto de trabajo (ella o su marido). También frecuentan la Misión Española. Pueden llevar sus niños al “Colegio Español”, disponiendo generalmente de muchas horas para otras actividades hasta que el niño sale del colegio. La situación de estas mujeres es muy buena desde el punto de vista socio-económico.
Exceptuando a las españolas (hoy abuelas) que emigraron en los años 60-70, el resto de las mujeres son jóvenes y con mucho entusiasmo. La mujer latinoamericana lucha para sacar su familia adelante, familia que en muchos casos hay que rehacer, con compañero o marido, o con ninguno de los dos, sorteando cortas temporadas de desempleo y otros problemas que han dejado en España o en su país de origen.
En Alemania, a finales de 2011, vivían 110.193 españoles de los que 55.098 eran mujeres y 55.095 eran hombres. La emigración española a Alemania a partir del año 1960 comenzó siendo mayoritariamente masculina. Muchos padres de familia vinieron solos a este país con la esperanza de volver pronto a España. A partir de la suspensión del reclutamiento de mano de obra extranjera (“Ausländerstopp”) por parte de Alemania, en 1973, aumentó significativamente el número de mujeres que vinieron a Alemania haciendo uso del derecho a la reagrupación familiar.
La mujer emigrante fue adquiriendo con la actividad laboral una forma nueva de presencia en la familia y en la sociedad distinta de la que tenía en su país. Este proceso no ha estado libre de conflictos y de lucha para hacer real la equiparación de derechos. Se puede decir que la mujer emigrante en Alemania ha logrado armonizar su vida familiar, social y laboral, creando nuevos roles y una nueva distribución de tareas familiares.
PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LA MISIÓN
En Francia, la participación en la vida de la Misión, en general, es mayor en la mujer que en el hombre, tanto a nivel religioso (celebraciones dominicales, visitas al templo), como a nivel social (con la trabajadora social, bolsa de trabajo, ropero). Es la mujer quien inscribe al niño a la catequesis y quien lo lleva cada sábado, teniendo que hacer en muchos casos más de una hora de tren. El porcentaje de inscripción en las clases de francés es por igual en los hombres como en las mujeres, pero en el resto de participaciones la mujer lo hace en un 70% frente al 30% de los hombres.
En Bélgica también la mujer acude más a la Misión y está más cercana a ella, sobre todo al principio. Después se acomodan al modo secular de la población belga y muchos ya sólo acudirán en momentos de apuro. En otras, su formación religiosa está mejor fundada y están muy disponibles cuando se les pide cosas concretas. Ellas llevan a sus hombres a veces, y sobre todo a sus hijos, que quieren ver bautizados y hacer la comunión. Con todo, en las familias asentadas, los hombres acompañan a sus mujeres y a sus hijos en la Misión, como queriendo darles ejemplo y que no pierdan lo que ellos recibieron y les ayudó.
Pero les falta perseverancia. Las horas interminables del trabajo y una formación más piadosa que estructurada, les hace inconstantes. Muchas se dejan llevar del mal ejemplo de los europeos.
Al igual que ocurre en los otros países, en Suiza las mujeres participan muchísimo más que los hombres en todas las actividades y sobre todo a nivel voluntario. La estimación común estaría en un 70% (mujeres) y un 30% (hombres). Puede llegar incluso a unos niveles del 90% en comparación con el hombre. La excepción viene de aquellos grupos que se constituyeron, desde sus comienzos, con familias enteras (en esos casos, la participación es al 50%).
Se constata que en cuestiones religiosas el hombre se muestra menos comprometido.
La emigrantes en Alemania son las que tienen la iniciativa y las que mantienen la vida pastoral de la misión. En algunas actividades como por ejemplo: dar catequesis, repartir la comunión, celebración de la palabra, asistencia a misa, participar en el coro parroquial, es muy alto el porcentaje de participación de las mujeres (70-80%). Igualmente alto es el porcentaje en el servicio de la diaconía, como la visita a enfermos, crear lazos sociales, acogida, (60-80%). En los consejos pastorales la participación es superior al 60%. Tan solo en la organización de fiestas es donde practicamente se equipara la participación de hombres y mujeres.
ACTIVIDADES EN LAS QUE PARTICIPA LA MUJER
En el conjunto de actividades que se llevan a cabo como voluntariado en la misión de la Rue de la Pompe (París) son fundamentalmente mujeres: las que acogen y ofrecen un café a quienes buscan trabajo, las que reparten la ropa en el ropero parroquial, las integrantes del Consejo Pastoral, las que asisten a cursos de biblia o pastoral de la salud, las que se ofrecen para ser catequistas, etc… En general participan más que los hombres en todas las actividades que se programan, y de forma más voluntaria.
Con los hombres apenas se puede contar en Bélgica. Ellos, o trabajan a todas horas o son personas que no ofrecen confianza para confiarles ninguna actividad. En algunos casos, ayudan para algo muy determinado, sin sentirse llamados a más.
Son las mujeres quienes más se interesan y ayudan.
Ellas son las catequistas, las que dan clases de francés en los cursos gratuitos dirigidos por la Misión, las que cuidan de lo material y cultual, las más disponibles si hacen falta en un asunto particular…
Son ellas las que se interesan y preguntan por celebraciones o fiestas que se anuncien. Y ellas son las que acudirán y lo agradecerán.
Todas las actividades organizadas por las Misiones son más apoyadas por mujeres en Suiza.
La mujer tiene mayor participación en grupos religiosos y pastorales.
Prácticamente en todos los grupos vigentes en las Misiones la presencia femenina es predominante.
Emigrantes que que van desde hace muchos años participan como voluntarias en apoyo a los recién emigrados.
Mujeres emigrantes que tienen una estabilidad socioeconómica son regularmente activas en las iniciativas de la Misión: de formación, de ayuda, de solidaridad, de pastoral.
En las Misiones Católicas de Lengua Española en Alemania hay mujeres con responsabilidad pero la autoridad de la mujer es ”sustitutoria”, solo cuando son necesarias porque no hay hombres. La estructura de gobierno de la Iglesia es clerical, masculina y patriarcal.
En los organismos diocesanos alemanes no hay representación de mujeres.
En Alemania se reconoce y agradece el gran trabajo que hacen las mujeres en las misiones. La colaboración funciona y hay muchas mujeres que no tienen miedo de aceptar puestos de responsabilidad. Son el motor de muchas actividades.
ÓRGANOS DE “DIRECCIÓN” DE LA MISIÓN Y MUJER
En el Consejo Pastoral Parroquial, en el Servicio Social (la Asistente social) en la Rue de la Pompe, la mujer es estrechísima colaboradora del equipo parroquial. Hay algunas actividades que están solo en manos de mujeres, representando la cara más fiel de la Misión.
En Bélgica, normalmente, la asistente pastoral es mujer y ella participa en todas las áreas.
Cuando no existe esa figura, hay mujeres dispuestas que ayudan voluntariamente en servicios concretos y necesarios, como clases de catecismo, de francés, organización de encuentros y de fiestas, preparación de la hoja dominical de la parroquia, ayuda a otros emigrantes en dificultades, recién llegados, haciéndolo muchas veces en el anonimato.
En Suiza, la mujer participa en todos los niveles: en la Secretaría, en el Consejo Pastoral y en el Consejo Económico.
En los diferentes grupos que existen en las Misiones ellas son mayormente las responsables. Los grupos pastorales están dirigidos por mujeres, como también las diferentes actividades que se llevan a cabo en los diferentes campos.
El apoyo al sacerdote está casi en un 80% en manos de mujeres.
¿QUÉ OFRECE LA MISIÓN A LA MUJER?
La Misión de París sigue siendo una puerta de referencia siempre abierta. Sus espacios, comenzando por el templo en el que pueden celebrar, vivir y expresar su fe en su propia lengua materna, espacios de encuentro con otros compatriotas, con el sacerdote. Es un lugar privilegiado para un momento de liberación y de descanso. Los sacerdotes, com o en elrsto de las Misiones, están a su entera disposición todos los días, muchas horas de despacho, escuchando sobre todo… Ofrecen todo lo que una parroquia debe dar, pero sobre todo una acogida cálida, humana, a personas cuyo corazón con frecuencia está dolorido. Y esto a través de las voluntarias del servicio social, del ropero, de los grupos, de las celebraciones litúrgicas… Ponen todos los medios a su alcance para solucionar sus problemas.
Tienen claro en Bélgica que el papel de la Misión, mientras exista emigración de lengua española, ofrece un lugar insustituible de seguridad y de acogida, que agradecen todos y que no debería desaparecer mientras se dé el fenómeno de la emigración.
En la Misión constatan cómo la fe y el servicio están unidos. Nunca hay rechazo, siempre hay escucha y atención pertinente y adecuada. A veces, ayudas materiales, consejos, compañía, información acerca de asuntos sobre legalidad, direcciones útiles, y más que nada, encuentro con amigos desconocidos de su país, que han vivido ya sus problemas.
Y todo en su lengua propia, con posibilidad de intérpretes y de acompañamiento para las diversas instancias.
Además la mujer participa de la vida religiosa con más consciencia y vende bien los servicios y actividades de la Misión.
Las Misiones en Suiza son un punto de encuentro, ofreciéndoles diferentes espacios, especialmente en el campo espiritual, un lugar donde poder practicar su fe, sentirse identificada con sus raíces, su cultura y su lengua.
Allí tienen un lugar en el que ellas pueden expresarse en su idioma materno en lo que les afecta en su actual situación. Se les brinda información y orientación sobre costumbres culturales, infraestructuras administrativas, funciones de grupos de ayuda social, direcciones, páginas web, bolsa de trabajo y vivienda… También apoyo en situaciones de crisis, acompañamiento cuando sus hijos tienen problemas en la escuela, servicio de traducción en los ayuntamientos, en las oficinas de extranjería, en la policía; organización de cursos de formación (alemán, inglés), cursos de integración, cursos de psicología para el apoyo emocional; también cursos de zumba y de guitarra.
Se les informa de las actividades religiosas y de la vida y funcionamiento de la comunidad cristiana y se les invita a participar activamente en la Misión.
En la XXII. Asamblea Nacional de las Misiones Católicas de Lengua Española en Alemania, celebrada el pasado me de mayo en Mainz con el tema: “La mujer en la Iglesia” la mitad de los participantes (89) eran mujeres (44) y manifestaron su compromiso a:
– animar a otras mujeres a perder el miedo a ser miembro activo en la comunidad. Todas podemos aportar nuestro granito de arena. Todos somos iglesia.
– exigir que en cada misión y a nivel nacional se intensifique la formación de la mujer para participar en la tarea de impartir catequesis en la comunidad y
– asumir responsabilidad en la transmisión de la fe en la familia.
PARTICIPACIÓN DE LA MUJER LATINA
En Francia, de los tres grupos de mujeres que señalamos anteriormente, el contingente mayor es el de las mujeres latinoamericanas. Si damos un 10% a las abuelas españolas de los 60-70, y un 30% a las españolas expatriadas (no emigrantes), se puede decir que el 60% de las mujeres de la Misión son de origen latinoamericano. Muchas responsabilidades son llevadas desde años remotos y con mucho amor propio por mujeres españolas, lo que no facilita todavía la inserción de las mujeres latinoamericanas.
En Bélgica, hay diferencias con la mujer española. Ésta se siente europea desde siempre y por lo tanto, diferente y superior. Además su cultura es menos religiosa y siempre ayudará con condiciones. Por eso su entrega a la Misión casi siempre es “según” quién se la pide, “según” para qué, “según” sus posibilidades, que muchas veces encubren si pueden ser obstáculo para sus propios beneficios personales.
En el caso de la mujer emigrante latinoamericana hay una disponibilidad sin condiciones, y eso se agradece. Están apuradas y cansadas, pero ellas se las arreglan y si ven que la demanda es urgente y se cuenta verdaderamente con ellas, no fallan y no piden nada a cambio. El mundo del favor y de la gratuidad es moneda más corriente en su cultura.
La participación de la mujer emigrante latina en Suiza es muy notable en esta última década. Nosotros calculamos una presencia de un 70% en comparación con la mujer emigrante española, en algunas Misiones. La mujer latina se siente identificada con la religión y sus prácticas; también siente la necesidad de transmitir la cultura y la espiritualidad a sus hijos.
Parece que, en algunas Misiones, se percibe cómo a las españolas les cuesta aún compartir el espacio con otras nacionalidades, que –aunque con la misma lengua– tienen visiones y culturas diferentes.
Se puede afirmar que su aportación es decisiva en la vida de las Misiones.
En las Misiones Católicas de Lengua Española en Alemania vivían a finales delpasado año 98.520 hispanohablantes no españoles con permiso de residencia.
La participación de este colectivo en las celebraciones eucarísticas de las misiones es significativamente alto. También es evidente el interés por participar activamente en todos los grupos de trabajo de las misiones especialmente en el consejo pastoral y en las tareas de catequesis y transmisión de la fe.
También es de resaltar que celebran masiva y fervorosamente sus fiestas religiosas tradicionales-nacionales y enriquecen muchas misas dominicales de las misiones con canciones populares propias.
Con todo esto queda claro que la mujer emigrante ha encontrado en las misiones posibilidades de colaborar activamente en la vida y el trabajo de la misión. Aunque la mujer tiene limitaciones en la Iglesia católica para el ejercicio de ciertas funciones (las mujeres no pueden ser sacerdotes) es de valorar y resaltar lo que la mujer hace en la Iglesia. Es evidente la realidad femenina en la pastoral de las Misiones Católicas de Lengua Española en Europa y es impensable un futuro de las misiones sin la colaboración de la mujer.

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