
Los pobres de París lloran a un navarro ejemplar
IN MEMORIAM
Lo recuerdo en una tribuna, ante estudiantes de Trabajo Social en la antigua Escuela del Gobierno de Navarra por los años 80, cortando con una navaja rodajas de un embutido sacado de su cartera para la ocasión. Quería explicar lo que él hacía con los pobres en París, y cuál era su experiencia con ellos. No recuerdo sus palabras, pero sí la lección. “Con los pobres hay que compartir, y eso es lo que yo hago en París”. Posteriormente tuve ocasión de conocerle más personalmente. Lo que compartía Pedro Meca en París con los pobres era su tiempo, su silencio, su sufrimiento, su abandono… entre callejas y tabernuchas nocturnas, en el frio, lluvioso y gris centro de la bohemia, de los abandonados, de los sin techo, de los que agazapados entre penumbras intercambiaban sustancias para el olvido, allí pasaba sus noches este dominico salido del seminario de la orden de Villava, su ciudad natal, que él nunca olvidó; era su origen y lo tenía a gala. Ahí se crió hijo de una madre “acogida” igualmente en el convento. Allí creció sin otra perspectiva que la de ser uno más en la comunidad. Ordenado sacerdote dominico inició su travesía por Europa hasta recalar en París, donde dedicó su esfuerzo a los marginados de la sociedad: los acompañó, los defendió, los cobijó, los dio cuanto tenía y era. Las propias autoridades parisinas primero lo “criminalizaron”, después lo rehabilitaron y me consta que actualmente tenía relación directa con la alcaldesa de la capital francesa, Ana Hidalgo, de origen español, pues su actividad de capellán de inmigrantes le llevó a ocuparse de las familias españolas, a luchar por mejorar sus condiciones de vida, sin olvidar sus orígenes navarros que le llevó junto a otros compatriotas a fundar la Asociación “Navarra Siempre”. Hoy, el París de los pobres le llora, porque han perdido esa luz casi ingenua que su cara proyectaba resaltada por su blanca cabellera de sabio amoroso. Y le lloramos todos los que le conocimos y tuvimos la suerte de compartir con él algunas horas de vida, reservadas por él para el cultivo de lo que más él apreciaba: la amistad, su último tema en las XXVIII jornadas culturales de París.
En la foto aparece impartiendo una conferencia en esa 28ª semana cultural que se celebró el pasado noviembre, organizada, precisamente, por la asociación “Navarra Siempre”.