40 Años de trabajo pastoral en Kloten
El pasado 14 de abril, la comunidad misional de Kloten (perteneciente a la MCLE Kloten-Winterthur [Suiza]), celebraba con una misa solemne, un concurrido aperitivo y vistosas actuaciones folclóricas, sus primeros cuarenta años de trabajo pastoral.
La memoria de lo vivido juntos reanima la ilusión para una nueva etapa, en la que el objetivo es la unificación de todas las comunidades de la Zona Cantonal de Zürich.
En 1961, el padre Grau fundaba la MCE Winterthur-Schaffhausen. Progresivamente se intensificó la pastoral en la zona del aeropuerto de Zürich con los padres J. López y C. Lacasa. Pero fue a partir de 1973, cuando el padre Luis Capilla fundaba una nueva misión en la zona del aeropuerto. Desde entonces, y durante cuarenta años, se ha venido impulsando un incansable trabajo que ha procurado dar respuesta a múltiples necesidades: acoger a los primeros trabajadores; reagrupar familias; posibilitar el acceso a la cultura; replantear la labor misional en función de la procedencia de los emigrantes… Etapas en las que ha abundado el acompañamiento personal y comunitario, el esfuerzo por equiparar derechos entre nativos y emigrantes, la asistencia social y laboral… y, muy especialmente, la fe ha alentado cada paso del camino.
Pretendiendo responder a las necesidades (y posibilidades) de cada época, en su etapa más reciente se invierte el proceso. Hace algunos años se fusionaron en una única Misión las comunidades de Winterthur y Kloten. Y este año se ha iniciado la unificación de todas las comunidades en una única misión cantonal. Un ilusionante proyecto que se hace tarea.
La maleta de los emigrantes
Ofrenda de la maleta, realizada por el matrimonio Ramos y Josefa Pérez, durante la misa de acción de gracias por el XL Aniversario de trabajo pastoral en Kloten.
“Aunque parezca que he llegado ahora, no es verdad. He llegado ya hace varias décadas…
Parece que fue ayer, allá por los años sesenta, cuando muchos españoles decidimos venir a Suiza en busca de trabajo y un porvenir mejor. Dejando a nuestras familias y emprendiendo el viaje de una nueva vida de progreso y libertades.
Aquí hemos descubierto una mentalidad muy diferente, a la que hemos tenido que adaptarnos… Menos mal que la vida de la Misión nos ha ayudado a ello. Además de acogernos en el difícil comienzo, nos ha acompañado en el día a día de tantos años… Como signo de nuestra emigración, ofrecemos esta maleta…
La maleta está también llena de nostalgias y tristezas; de renuncias, sacrificio y abnegación; de no pocas decepciones, momentos de frustración y algunas desilusiones; las despedidas y los recuerdos han sido el pan nuestro de cada día… También el sentirnos un poco extranjeros en todas partes, (en la tierra que nos vio partir y en la que nos acogió)… Fue difícil aprender otra lengua, pero gratificante conseguir hacernos entender…
Pero la maleta está también llena de muchas ilusiones y esperanzas… Algunas de ellas ya cumplidas, y otras en camino.
La maleta está llena de una vida mejor; de mucho agradecimiento a cuantos confiaron en nosotros y nos dieron una oportunidad; está rebosante de la alegría de haber creado una familia y dado vida a nuestros hijos, (aquí para ellos todo será más fácil)… En esta maleta está también metido mucho amor, el amor para toda una vida aquí encontrado o iniciado…
En la maleta guardamos también algo de dinero, pero sobre todo: experiencia… La experiencia que queremos compartir con nuestros nietos…
Una vez que ya hemos conseguido lo esperado… Nos planteamos la idea de regresar… Pero nuestra sorpresa es que: si venir no fue fácil; el regreso es muy difícil… Por eso Señor… ¡Ahí te queda la maleta!”.
Hermosísimas bufandas, pero no se ve bien al misionero peluca