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Alemania tiene la tasa de natalidad más baja de Europa

Alemania tiene la tasa de natalidad más baja de Europa

alemania-1-200x300-3161033Alemania no es un país amigo de los niños. Las familias con hijos pequeños son, con frecuencia, objeto de rechazo en la sociedad, algo que experimentan cada día que salen a comer con ellos a un restaurante, viajan en un tren o van de compras. También a la hora de buscar una vivienda o un puesto de trabajo tienen menos posibilidades de éxito que personas sin hijos.

Es lamentable que en este país, aunque todos admiten que, en términos demográficos y económicos, los niños son necesarios, muchos no ocultan que les son molestos. Ante ese comportamiento no sorprende que, con 637.500 nacimientos en 2012, Alemania tenga la tasa de natalidad más baja de Europa.
Según datos del pasado mes de noviembre del Instituto de Estadística de la Unión Europea -Eurostat-, en ese año se registraron en la República Federal Alemana 8,4 nacimientos por cada mil habitantes, frente a una media del 10,4 por mil en el conjunto de los 28 países de la Unión Europea. A pesar de eso, y de que en el mismo periodo de tiempo el número de defunciones superó al de nacimientos, la población se incrementó en unos 196.000 habitantes gracias a la inmigración.
MÁS MATRIMONIOS
Con la incorporación de la mujer al mundo laboral, las políticas de igualdad, el control de natalidad, el divorcio y otros cambios experimentados en la sociedad durante los últimos cincuenta años, el matrimonio ha ido perdiendo valor como forma de convivencia y el número de las personas que viven solas o en pareja, sin intención de comprometerse en un proyecto familiar común, fue en aumento. Actualmente, casi una de cada tres personas vive sola en grandes ciudades como Berlín, Múnich, Hamburgo o Hannover. Sin embargo, en los últimos años se nota un ligero ascenso del número de casamientos, pues nuevamente hay más parejas que eligen el matrimonio como el mejor camino para dar estabilidad a su relación y criar a los hijos. En 2012 se celebraron en la RFA 387.423 matrimonios, casi diez mil más que en el año anterior y el número más alto registrado desde 2007.
MATERNIDAD TARDÍA
Las mujeres se deciden cada vez más tarde a tener hijos, y no solo por razones económicas. El número de nacimientos entre las alemanas menores de 30 años es menor que entre las que superan esa edad, tendencia que se mantiene desde 2003. Hace poco, hablaba sobre este tema con una mujer de treinta y seis años que ocupa un puesto de alta responsabilidad en una empresa multinacional y me sorprendió la naturalidad con que consideraba que aún era muy joven para tener el primer hijo, lo que supondría una escisión en su carrera que aún no estaba dispuesta a asumir. Como ella, muchas piensan que todavía tienen tiempo para ser madres y con ese convencimiento van posponiendo la maternidad hasta que, voluntaria o involuntariamente, terminan renunciando a ella. A la hora de elegir entre familia o carrera, no pocas optan por esta última, lo que se da mayormente entre mujeres con formación universitaria. A esto hay que añadir que para algunas parejas también es un problema responsabilizarse de la educación de los hijos y tener que renunciar para ello a la libertad, al estilo de vida y al estatus social a que están acostumbrados.
EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA
Para familias jóvenes con ingresos medios, una de las mayores dificultades es la de encontrar una vivienda adecuada, ya que los alquileres se han hecho prácticamente inasequibles, especialmente en las grandes centros urbanos, y la subida del coste de la energía los encarece adicionalmente.
A pesar de que actualmente las condiciones son favorables para adquirir vivienda en propiedad, tampoco esto es la solución, pues muchas parejas temen arriesgarse a coger un crédito, incluso trabajando ambos, ya que no confían que su estabilidad económica y laboral sea duradera. Si tienen hijos es todavía más complicado, porque faltan soluciones flexibles en las empresas que permitan compaginar la atención a la familia y el trabajo sin reducir los ingresos.
APOYOS A LAS FAMILIAS
A partir de agosto de 2013, en la RFA los padres con hijos de entre uno y tres años tienen derecho a una plaza para ellos en una guardería. También para los niños en edad escolar se habilitaron comedores en los centros de enseñanza y se está introduciendo paulatinamente el modelo “Ganztagschule” (escuela todo el día), lo que facilita a las madres o padres que renunciaron al trabajo para cuidarlos el reincorporarse a la vida laboral. Este modelo es nuevo en la enseñanza pública en Alemania y no todos lo encuentran favorable, pero si funciona bien tiene la ventaja de que todos los alumnos pueden comer regularmente en la escuela, por las tardes están acogidos mientras sus padres trabajan y custodiados para realizar los deberes escolares. Son los padres de clase social acomodada los que no están de acuerdo con el sistema, porque limita a sus hijos las posibilidades de participar en actividades extraescolares, como clases de música o deportes, pero para los niños de familias con bajos ingresos que, de todos modos, no hubieran podido participar de ellas por falta de recursos, el nuevo horario escolar ayuda a evitar en ellos la sensación de exclusión.
CUANTÍA DE LOS SUBSIDIOS
El Gobierno alemán destina anualmente más de 200.000 millones de euros para apoyar a las familias con niños, demasiado según unos e insuficiente según otros. Uno de los incentivos estatales para facilitar a las parejas el casarse y tener hijos, al lado de ventajas fiscales, es el “Elterngeld”, una ayuda a la que tienen derecho los padres que se repartan el cuidado de sus bebés durante los catorce primeros meses de vida. Su cuantía mínima es de 300 euros y máxima de 1.800 euros mensuales, orientándose siempre al último sueldo percibido. Si solo uno de ellos se acoge a ese derecho podrá recibir la prestación durante un año, si lo hacen los dos alternativamente tendrán derecho a ella durante 14 meses.
La principal ayuda a los padres es el subsidio por hijos, “Kindergeld”, que actualmente es de 184 euros al mes por el primero y el segundo hijo, 190 euros por el tercero y 215 euros por cada uno de los siguientes, independientemente de los ingresos familiares. A esta prestación se tiene derecho mientras los hijos no terminan la formación profesional, máximo hasta que cumplen los 25 años.
A pesar de todo, las políticas orientadas a mejorar la situación de la familia están siendo objeto de crítica y tachadas de injustas, porque favorecerían más a las familias con ingresos elevados que a las menos favorecidas, según refleja un estudio realizado a petición del propio Gobierno por expertos de los institutos de investigación científica -ZEW, DIW e Ifo-.
EL TEMOR A PERDER EL EMPLEO
Toda la ayuda del Estado a las familias jóvenes no impide que estas se sientan inseguras y vivan con el temor de quedarse sin trabajo en el momento menos pensado. Los despidos, individuales o colectivos, a causa de regulaciones de empleo y de las quiebras empresariales están a la orden del día y no se vislumbra que la situación pueda cambiar a corto plazo.

BREVEMENTE

No hay milagro en el empleo
El “Jobwunder”, el milagro del empleo alemán que tanto se promociona en los medios de comunicación alemanes y extranjeros como resultado positivo de la política de austeridad de la canciller alemana, da una imagen equívoca de la realidad, porque si bien es cierto que desde la reunificación alemana nunca hubo tanta gente con una ocupación laboral en este país, en el que 41,5 millones de personas realizaban un trabajo remunerado en 2012, -unos tres millones más que en 1991-, también es cierto que el volumen total de horas trabajadas es menor que entonces. Lo que en realidad aumentó es el número de puestos de trabajo temporales, las jornadas laborales reducidas, los mini y midi empleos y las prácticas laborales no remuneradas. Aumentó también la precariedad de los salarios, la inseguridad laboral y el número de personas que aún trabajando cuarenta horas a la semana se ven obligadas a buscar un trabajo adicional o recurrir a las prestaciones sociales para cubrir los gastos elementales. También son cada vez más las personas mayores que trabajan más allá de la edad de la jubilación para poder subsistir y las jóvenes que, a causa de sus bajos ingresos, cotizan demasiado poco al seguro de pensiones como para tener más tarde una vejez digna. Y todo ello en aras de un sistema que, poco a poco, se devora a sí mismo.

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