Los problemas del emigrante al volver a su casa
Aquí y allá narra la historia de Pedro, casado y con dos hijas, quien trata de ganarse la vida con su grupo musical a su vuelta a México tras una larga ausencia. Estos años que ha estado alejado de sus raíces, le han cambiado a él y a quienes esperaba reencontrar.
Desarrollada dentro del Laboratorio de Guiones del Sundance Institute, pero también fruto del trabajo de investigación sobre el terreno del director emigrante Antonio Méndez Esparza –quien pasó la última década entre Estados Unidos y Méjico–, Aquí y allá es una película que fundamentalmente reflexiona acerca del desarraigo, y de los problemas que al volver a casa encuentra el emigrante, fundamentalmente en el seno de la familia. A caballo entre el documental y la ficción, la mirada del director proporciona un reposo a ese cine de frontera realizado por los González Iñárritu y Guillermo Arriaga, pero también humaniza las propuestas estéticas extremas de otros directores que también han abordado el conflicto migratorio, tal es el caso de Carlos Reygadas o de Pedro Costa. Su cine contemplativo, pero a la vez de múltiples derivas argumentales y dramáticas emparenta esta obra con algunas de las propuestas cinematográficas más estimulantes del pasado año, como fueron Historias que so exitem quando lembradas, de Júlia Murat o la uruguaya La demora, firmada por el mejicano Rodrigo Plá, filmes que lejos de hacer un uso instrumental de la pobreza económica y social (que no moral), se impregnan de ella para transcenderla.
ALLÁ
La película arranca con Pedro regresando a su hogar en Copanatoyac (pueblecito de la provincia de Guerrero), después de haber pasado una larga temporada trabajando en los Estados Unidos para terminar con el protagonista abandonando de nuevo ese idílico lugar, en la búsqueda de unas mejores condiciones de vida para su familia. Sostener en off todo lo que ocurre al otro lado de la frontera centroamericana es la principal decisión estético- narrativa de la película, decisión quizás también fundamentada en razones presupuestarias de la producción. Norteamérica no es El Dorado (por mucho que así lo quiera ver el novio de Heidi –la hija mayor de Pedro– aspirante a convertirse en una estrella del break dance), aunque la vida emigrante de Pedro de los Santos (y más aún la de Antonio Esparza) afortunadamente tampoco se parezca mucho al infierno clandestino dibujado por Amat Escalante en Los bastardos. En cualquier caso, nada sabemos de ella más allá de las remesas que periódicamente llegan a la familia y de la morriña que indefectiblemente invade a Pedro cada vez que ha de renunciar a su hogar.
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Como en la Aldeaseñor de la soriana Mercedes Álvarez, en el Sur de Méjico, y en medio de las montañas, el tiempo parece suspendido. A su regreso, Pedro confiesa que solo reconoce la casa. El espectador no, pero su mujer desconfía, recela de su marido y se imagina infidelidades, y por eso prefiere dormir con la ropa puesta en el lecho conyugal. Pedro necesitará mucho tiempo, cariño y comprensión para volver a ganarse la confianza de su esposa. Con su hija mayor, en plena pubertad, le pasará tres cuartos de lo mismo. Y solo encontrará consuelo en una persona mayor, y en la música que compone e interpreta para sus vecinos y familia. Porque, además de dar una vida mejor a la familia que ama, Pedro aspira a tener éxito con su propia banda de música popular. Los merengues, bachatas y corridos no solo exaltan los sentimientos contenidos por la pudorosa y serena mirada de la cámara, sino que puntúan la narración y profundizan en el discurso de estos personajes, pequeños héroes cotidianos.
LA REALIDAD SE IMPONE
Otra de las notas características del estilo del cineasta Antonio Méndez Esparza es la desenvoltura en el uso de la elipsis temporal. El renacer del amor en el matrimonio de Pedro provocará que Teresa se quede encinta otra vez. La enfermedad posterior de esta será el contrapunto amargo y servirá para que el director madrileño denuncie algunas de las injusticias que todavía persisten en el sistema sanitario del país azteca (pese al avance que supuso la implantación del Seguro Popular en el 2004, el cual palió en parte el desamparo sanitario de los sectores menos favorecidos por la sociedad), como el gasto soportado en medicamentos o las prebendas y trabas que se imponen a la hora de recibir servicios sanitarios de primera necesidad, como pueden ser las donaciones de sangre: en la película, Pedro no alcanza a conseguir la cantidad burocráticamente exigida de donantes para su esposa y el hospital le conmina a cubrir esa diferencia pecuniariamente.
Una vez que la aventura musical de los Copa Kings se ha visto abocada al fracaso, y en un último intento por recomponer su economía doméstica y así poder seguir participando de la felicidad y de la tristeza de la vida familiar, Pedro acepta trabajos de temporada en el campo y en la vecina ciudad de Tlapa de Comonfort, trabajando como peón de la construcción. Pero la crisis es endémica en la zona y el exilio aparece en el horizonte como la única salida factible. Por eso, los últimos planos de la película muestran el pueblo en plano general y semivacío, recorrido por la fantasmagoría de un padre y marido ausente. Antes, Heidi le habrá contado a Leo la historia de una compañera de clase que tuvo que regresar a Chiapas porque su padre “americano” (en EE.UU. residen más de treinta millones de ciudadanos naturales de Méjico) les dejó de enviar el dinero. No será el caso de Pedro, quien seguirá trabajando duramente muy lejos de casa para que sus seres queridos puedan algún día ver cumplidos sus sueños.
Acerca del director y de su ópera prima
Sin hacer mucho ruido, con el mismo espíritu de la tonada compuesta y cantada por Pedro de Los Santos Juárez (el actor no profesional que protagoniza este filme), que dice aquello de “No quiero ser pobre, pero todavía menos ser rico: lo que yo pretendo es vivir sencillo”, Aquí y allá se hizo acreedora del Gran Premio de la Semana de la Crítica en el último Festival de Cannes. El director español Antonio Méndez Esparza conoció al que sería actor principal de su primer largometraje en un supermercado de Nueva York, donde éste trabajaba. Entre ambos se fraguó una amistad que les permitió trabajar juntos en el cortometraje Una y otra vez, cuya narrativa constituye el germen de esta película. Aquí y allá es una coproducción entre EE.UU., España y Méjico y se estrenó en España en febrero de 2013.