Marsella, capital europea de la cultura
El territorio de Marsella-Provenze es Capital Europea de la Cultura durante todo el año 2013. Con este motivo, se ha destinado un presupuesto de 98 millones de euros para la creación y puesta en marcha de un programa artístico y cultural. Este programa consta de más de 400 acontecimientos, de todas las disciplinas, accesibles a todos los públicos y extendidos por un vasto territorio. Al convertirse durante un año en Capital Europea de la Cultura, este territorio se presenta como el destino por excelencia en 2013, acogiendo en sus tesoros naturales manifestaciones culturales excepcionales, al tiempo que ofrece a los visitantes una maravillosa diversidad de paisajes, un patrimonio histórico único y una cultura popular que ha sabido conservar su carácter acogedor y su autenticidad.
La capital provenzal es la más bonita de Francia, llena de riquezas insospechadas ignoradas o mal conocidas. Nada extraño por su antigüedad (la más antigua) del Hexágono, con 2.600 años de historia, y hoy la más poblada, con 870.000 habitantes. Solo la separan 150 años de la fundación de Roma, con la diferencia de que esta se origina con un asesinato fratricida y la Massalia gala en un encuentro amoroso. Mito o realidad, al navegante griego le encantó el lugar, apenas visible del exterior: un estanque de 40 hectáreas con una bocana de acceso de 28 metros de ancha; todo protegido por las colinas circundantes y fácil de vigilar. Ahí nació Massalia. “Yo nací en el mar” insistía un antiguo marsellés. Su puerto será y es el mago de la gran aventura económica y cultural que la ciudad focense protegió con ambición guardando sus privilegios económicos durante siglos. Fue uno de los faros del antiguo Mediterráneo, foco de civilización helenística, fiel a sus instituciones, donde se hablaban tres lenguas y se formaban filósofos, médicos y oradores de primer orden. Los filósofos griegos evocan la irradiación de la cultura de Marsella cuya importancia ocupaba el tercer lugar después de Atenas y Roma. Solo en el s. III, los masaliotas podrán considerarse galo-romanos.
MARSELLA CULTURAL
Los que llegan a Marsella la consideran una ciudad complicada y fascinante a la vez: tan amable como aborrecible, amable y atrayente como detestable… Este año cultural se ha propuesto ganar la última batalla frente a los viejos clichés: el Chicago francés, capital del crimen y del comercio sucio, la ciudad sin nombre… Su ambición de privilegios y su apogeo económico suscita la envidia del resto de la nación; su tenaz insumisión provoca la indignación del poder central. Hasta 1482 Marsella es parte del reino francés pero sin ser francesa. Hoy, a imagen de Europa, busca una forma nueva de existir una vez perdidas sus industrias. El orgullo de ser marsellés va a la par de su rico patrimonio cultural. Ella acogió la llegada del cinema y fue el paraje más filmado en tiempos de Marcel Pañol. Marsella es la segunda población francesa con mayor número de museos. Los mejores arquitectos internacionales y nacionales se han dado cita.
CULTURA Y RELIGIÓN
También la diócesis acoge con satisfacción el evento ya que su patrimonio es también religioso e indisociable de toda fiesta popular. Marsella fue la primera puerta abierta a la llegada del Evangelio a través de los discípulos contemporáneos de Jesús, dice la tradición. Unida desde enero a los responsables civiles en el “Gran Clamor” de la apertura “capital” con el volteo de todas las campanas parroquiales al unísono de las sirenas del puerto. El camino cultural de Marsella pasa por su fe cristiana declarándose católica, apostólica y romana “hasta la cachas”. Antiguamente, al que no profesaba la fe católica no tenía otro camino que la conversión o el exilio. El Edicto de Nantes provocó la exagerada oposición de los ultras. Este Año Cultural, la Biblia ha sido el huésped de honor en la gran Biblioteca Regional con varias exposiciones, conferencias, etc., incluido el diálogo abierto en el llamado “Café Bíblico”.
LA EMIGRACIÓN
Marsella es hoy una ciudad moderna que ha sabido escapar de mil naufragios y que, fiel a su rol civilizador, sigue en pie y orgullosa en medio de tantas ruinas. Su capacidad de asimilación ha atraído un mundo de extranjeros, ricos o pobres. Estos últimos, los inmigrados, merecen una mención especial. Su presencia, sobre todo masiva en la época de la revolución industrial, han entregado su juventud y talentos a esta ciudad que consideraron siempre suya. Ellos han aportado no solo un saber material sino también religioso, cumpliendo su misión evangelizadora en asociaciones caritativas e instancia eclesiales. La religión ha desempeñado un papel importante en el espacio público de la vida ciudadana dentro del marco de una laicidad abierta y tolerante. El mosaico marsellés, con su larga experiencia de integración, es el crisol original donde se ha fraguado lo que llamamos “identidad marsellesa”. Su inserción no ha sido ajena a su temperamento natural y espontáneo, responsable, optimista y con ganas de vivir. Marsella sería inimaginable sin mistral ni emigrantes, aunque a veces nos sean molestos. Un artista decía: nuestro corazón es el lugar de acogida de todos cuantos han conocido el sufrimiento. Y nuestras manos son esas hojas unidas que forman el Árbol de la Esperanza. Ese es el gran proyecto de la Metrópoli, que este año ha movilizado cerca de mil voluntarios para acoger a diez millones de turistas. En esta Provenza cuya secular hospitalidad tiene carácter de precepto. Gran reto, estímulo y desafío en los años por venir.
Marsella, el puerto más importante de Francia
Marsella es una ciudad y comuna portuaria del sur de Francia. Es la segunda ciudad más poblada de Francia con casi 900.000 habitantes, principal centro económico y mayor metrópoli del Mediodía francés, agrupando cerca de 1.605.000 personas en el área urbana de Marseille-Aix-en-Provence. Es el puerto comercial más importante de Provenza, Francia y del Mediterráneo, tercero en importancia de Europa tras Róterdam y Amberes, centro de importante actividad industrial especializado en la petroquímica y el refino de petróleo, construcción naval e industrias diversas. Es también un nudo de comunicaciones en el que confluyen las rutas entre París, Italia, Suiza y España. Marsella es sede de un arzobispado y centro universitario de primer orden fundado en 1409.