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14 años como Coordinador Nacional de las Misiones de lengua hispana en Suiza
Don Miguel, à bientôt!

<span style='color:#27509b;font-size:18px;font-weight:500;'>14 años como Coordinador Nacional de las Misiones de lengua hispana en Suiza</span><br> Don Miguel, à bientôt!

Miguel Blanco, un sacerdote de cuerpo entero, un misionero entregado y fiel. Fiel a sí mismo, a las tareas y servicios que le han sido encomendados, fiel a la misión: hacer presente entre las personas migrantes esa Buena Nueva del Evangelio de la vida, de la cercanía, de la dignidad, de la liberación. Y fiel colaborador en Ventana Europea.

Juan Carlos Rodríguez. Suiza

Con gratitud, ahora que termina su tarea como Coordinador Nacional de las Misiones de lengua hispana en Suiza, Ventana Europea le cede la palabra y le escucha como a los verdaderos testigos y apóstoles.

V. E.: ¿En qué momento decidiste venir de misionero a Suiza?
M. B.: Estudiaba sociología en el Instituto León XIII de Madrid. Ya en el seminario tenía interés por esta rama, además de la teología. Entonces un sacerdote de la Comisión Episcopal de Migraciones me propuso continuar los estudios en Suiza y prestar servicios en una misión. Y me vine a la Universidad de Friburgo, bien conocida en el ambiente académico.

V. E.: ¿Cómo era la Suiza que encontraste a tu llegada?
M. B.: Era un país en plena euforia económica e industrial que necesitaba mano de obra extranjera. Vivía una gran ola de inmigración de italianos y españoles que en su mayoría procedían de zonas rurales y de un ambiente católico de la época. Para ellos y para mí era descubrir por primera vez otras gentes, otras costumbres, otros idiomas…

No conociendo la lengua del lugar, la presencia del sacerdote compatriota fue de capital importancia y de referencia para miles de obreros fijos o temporeros que en aquel tiempo acudían a la misa dominical como acudían al centro español buscando todo: humanidad, consuelo, contactos, informaciones que le ayudasen a superar la situación difícil que vivían.

Y hay que decirlo: la Iglesia española hizo un gran esfuerzo y una gran labor enviado sacerdotes a toda Europa para acompañar humana y pastoralmente a los emigrantes y que dura hasta el día de hoy aunque menos numerosos y más internacionales.

V. E.: ¿Qué ha significado para ti la experiencia como Coordinador Nacional?
M. B.: Se podía concretar en esta frase: Fortalecer la fe del pastor para alentar la fe del rebaño. Por ello invertí mucho tiempo y energías en realizar lo mejor posible el mandato recibido. Fue un trabajo a la vez evangélico, pastoral, casi de ejecutivo pues comprendía toda Suiza.
Por referencia, como coordinador tenía que hacer de mediador dentro de las misiones y en relación con otras instituciones/personas. Buscar solución a problemas pastorales con la Iglesia o con la administración local. Acompañamiento, apoyo y discusión con los misioneros y trabajadores de las misiones. Programar reuniones/seminarios de la Coordinación Nacional. Participar como coordinador en comités, organizaciones e instituciones sobre todo de la Comisión de Pastoral de Migraciones. Asistir a encuentros interculturales entre misioneros.
Entrevistas, correspondencia con obispos, vicarios generales, corporaciones eclesiásticas episcopales, organización de la peregrinación nacional a Einsiedeln, formación continua de los sacerdotes y laicos, así como retiros anuales, reuniones, redactar informes… Fue afrontar un cambio a varios niveles: pastoral, personal, social, nacional e internacional.

V. E.: ¿Cuáles son las dificultades y las satisfacciones con las que te has encontrado en tu cargo como Coordinador Nacional?
M. B.: El cambio generacional de personas de lengua hispana con la llegada constante de latinos y reducción paulatina de españoles. La búsqueda regular de sacerdotes tanto en las diócesis de España como en algunos países de América latina para atender a las comunidades que se quedaban sin misionero.

Durante el mandato de coordinador ha habido 50 cambios de sacerdote en 11 misiones y en diferentes cantones de lengua alemana y francesa. Recuerdo que en enero de 2013 la misión de Aargau se quedó sin sacerdote. Comenzó entonces un periodo difícil para la misión afectada. Fueron 20 meses con más de 90 días festivos en que tuve que buscar celebrante para la administración de sacramentos y las misas dominicales. Todo un reto, pero conseguido. En 2014 hubo 4 bajas compensadas con 5 altas anunciadas que al final no dieron frutos pues los sacerdotes que vinieron no se adaptaron al sistema dual suizo y se fueron. Otra vez a buscar.

Fue una larga y difícil gestión debido a la particularidad del régimen federalista de Suiza que supone tratar con las autoridades cantonales civiles y eclesiásticas más la autoridad federal.

“La cosecha es grande, pero los trabajadores son pocos”. Esta frase del Evangelio representa en la práctica la situación de la Iglesia católica no solo en las comunidades de habla hispana, sino también en la Iglesia de Suiza, en España y otros países. Sin perder la esperanza durante estos años con un quebradizo bastón de peregrino busqué obreros para la pastoral con emigrantes en la viña del Señor en Suiza.
Otro empeño durante mi mandato fue el pedir a las administraciones eclesiásticas suizas crear un servicio de acogida, de información y de acompañamiento para los sin papeles de lengua española en Ginebra, cuyo número supera los cinco mil que, al ser latinos, en su mayoría son católicos. Pues no llegó a realizarse al no aceptar ninguna institución un contrato de trabajo para la persona que pudiera hacerlo.
Por lo que respecta a las satisfacciones diría entre otras la del deber cumplido, la de convivir momentos intensos de espiritualidad mariana en las peregrinaciones anuales a la Virgen negra de Einsiedeln con fieles de las diferentes misiones de Suiza, durante 15 años. El experimentar de cerca la diversidad de nuestra Iglesia que acoge evangélicamente a todos bautizados como sucede cada año en la Jornada Mundial del Emigrante. Realizar la página web de la Coordinación nacional: www.misioneshispanas.ch

V. E.: ¿Desde tu experiencia mirando hacia tras que dirías o aconsejarías a los misioneros para la nueva futura Coordinación Nacional?
M. B.: La inmigración sigue siendo la principal causa del aumento de población en toda Europa y por supuesto también en Suiza. En los últimos años, la migración ha sido tan actual que ha figurado entre los principales temas de las autoridades religiosas, políticas, sindicales y otras organizaciones. A todos los niveles y en todos los foros de discusión se ha hablado de la integracion. ¿Por qué?, pues porque la emigración se ha convertido en un fenómeno no solo continental sino mundial y sobre todo porque, con la movilidad de los transportes, el desplazamiento es cada vez más rápido y numeroso, aunque este factor no se pueda aplicar a Suiza en lo que refiere a número por ser un país donde sus fronteras son vigiladas, de forma permanente, al no pertenecer a la Unión Europea.

Ningún país europeo puede prescindir de la mano de obra extranjera. Y los gobiernos lo saben. Y saben la importancia capital que ello tiene para el futuro coyuntural del país que gobiernan. Son conscientes que la migración contribuye considerablemente al crecimiento, al desarrollo y a la estabilidad de sus economías.

El trabajo pastoral y social de la misión ha sido en el pasado de una importancia considerable y lo sigue siendo ahora. Además, las misiones son conscientes de ser «puentes» y favorecen con su acogida y trabajo una mejor integración del emigrante en la sociedad y la parroquia en la que vive.

Entre los ciudadanos latinos, la religión va de la mano de las costumbres y la cultura. Debemos tenerlo en cuenta en la planificación nacional y diocesana. Afortunadamente, durante todo este tiempo, la salud me ha acompañado estando presente a nivel nacional y diocesano en las instituciones y en los encuentros pastorales en este país y en España.

Han pasado más de 50 años desde que la emigración española ha llegado a Suiza. La Iglesia, de una manera o de otra, ha estado presente en la vida del emigrante mayor y más joven. Después de tantos esfuerzos se puede decir que “se ha hecho camino” respondiendo a cada situación, pero sin haber obtenido un horizonte claro de pastoral para los emigrantes de lengua hispana. Durante veinte, treinta, incluso cincuenta años, hemos aprendido mucho. El camino para seguir deberá ser compartido entre la misión lingüística y la parroquia.

Ni Europa, ni Suiza, ni la Iglesia en Europa ni en Suiza tienen un futuro sin los extranjeros.

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