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El poder político del Papa está en su liderazgo moral

El poder político del Papa está en su liderazgo moral

93tc-300x129-1853656El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa el 13 de marzo de 2013 y tomó el nombre de Francisco. No cuesta nada reconocer en su elección la mano de Dios. Muchos pedíamos al Señor un papa recio de voluntad para reformar, defensor de los derechos humanos, alineado con los pobres y de formación científico-humanista para hacer oír su voz en las avanzadillas de la investigación bioquímica, donde la humanidad se juega su futuro o su destrucción. Por lo que me han dicho compañeros suyos, Francisco I reúne estas cualidades, y por lo que hemos visto en el corto período de tiempo que lleva en ejercicio parece dispuesto a ponerlas en acción.

Ala misión espiritual de confirmar la fe de sus hermanos, custodiar escrupulosamente el depósito de la fe y guiar al pueblo de Dios en su totalidad hacia el reino de Dios es la tarea principal del sucesor de Pedro, tarea a la que se subordinan todas las demás.
El papa emérito Benedicto XVI dijo con su acostumbrada lucidez: «Al ver la trayectoria de algunos papas, cuesta trabajo reconocer en ellos un designio del Espíritu Santo». He leído algunas conferencias de Francisco en su etapa de cardenal y esta es su principal línea argumental: «El eje de toda acción eclesial es la caridad y, en consecuencia, la opción preferencial por los pobres es el primer corolario de la praxis cristiana».
CAMINAR, CONSTRUIR Y CONFESAR
Es lógico esperar de él una continuidad doctrinal de los pontificados anteriores y una renovación en intensidad y formas de los esfuerzos evangelizadores y del ecumenismo. Las tres «ces» del papa Francisco (Caminar, Construir, Confesar) nos anticipan el eje de su pontificado.
Al haberlo expuesto mediante el contraste con los efímeros castillos de arena de los niños en la playa, nos anuncia que quiere detener el avance del pensamiento débil (relativismo, indiferencia, eclecticismo, pasotismo, desjerarquización de valores, «buenismo») y que la Iglesia es mucho más que una ONG porque su misión esencial es ser misterio (sacramento) de salvación en el tiempo y, por tanto, todas sus misiones están subordinadas a esta: confesar y anunciar nítida y diferenciadamente a Jesucristo Salvador (confesión).
DIMENSIÓN POLÍTICA DEL PAPADO
El año 752, tras vencer a los lombardos que sitiaban Roma, Pipino el Breve, padre de Carlomagno, donó al papa Esteban II varias ciudades y territorios del centro de Italia. El Papa se convirtió así en soberano civil de esos territorios. Este poder temporal del papado permaneció hasta 1870, año en que el papa Pío IX rindió la ciudad de Roma a las fuerzas italianas, con lo que se consumó la unidad política de Italia bajo el cetro de Victor Manuel II. Roma fue declarada capital del reino de Italia y el papa quedó confinado entre los muros del Vaticano.
ESTADO VATICANO
En 1929, por los Pactos de Letrán, el papado reconoció al reino de Italia y éste, a su vez, reconoció la soberanía del papa sobre el territorio del Vaticano (44 hectáreas), las basílicas y los palacios apostólicos. El papado recuperó, a todos los efectos, el poder temporal, pero solo en la miniatura del Estado Vaticano, que no es más que un poder residual del esplendor teocrático medieval.
A través de los concordatos y de las nunciaturas apostólicas, el papado mantiene cuotas apreciables de influencia en muchos Estados. Pero el verdadero poder político del papado, en el siglo XXI, no procede del ser Jefe de Estado, sino de la autoridad del Papa y la influencia que sus mensajes, encíclicas, viajes y participación en foros internacionales tienen en las grandes causas mundiales. Es decir, el poder político del papado es de liderazgo moral, no de liderazgo de fuerza.
DIMENSIÓN ADMINISTRATIVA DEL PAPADO
El Papa es el director general de la mayor empresa del planeta. La Iglesia católica cobija a más de 1.200 millones de bautizados (casi el 18% de la población mundial), más de 5.000 obispos, casi medio millón de sacerdotes y varios cientos de miles de religiosos y religiosas. Toda esta enorme red se administra, directa o indirectamente, desde los dicasterios y la curia romana.
Una gran parte de los ciudadanos somos conscientes de los defectos, disimulados benévolamente por unos y agrandados maliciosamente por otros, de la administración eclesial y eclesiástica que necesita reformas radicales en tres líneas principales:
1. Transparencia en acciones, finanzas y cuentas del IOR (Instituto de las Obras de la Religión).
2. Renovación de personas para que el Papa no se pueda convertir en rehén de viejas guardias, camarillas o grupos de poder y Vatileaks.
3. Modernización y simplificación de forma que la informatización sea completa y accesible.
Francisco sabe que le espera una ardua tarea, pero su historia de simplificación de la curia bonaerense lo avala para que tengamos derecho a esperar que consiga, también en esto, un éxito saludable.

Tres símbolos tradicionales del Papado

La férula simboliza la dimensión espiritual, la tiara (en desuso), la política; y la mitra, la administrativa
La férula papal, a la que los comentaristas de radio y televisión suelen erróneamente llamar báculo, se diferencia de éste, usado por obispos, abades y abadesas, en que el báculo termina en una curvatura a modo de cayado, mientras que la férula papal es rectilínea y está coronada por una cruz. La curvatura del báculo significa autoridad limitada y subordinada siempre a la del Papa. La férula papal, rectilínea, significa que el papa solo se inclina ante la cruz de Cristo.
La mitra es un gorro, propio de los obispos y de algunos abades y abadesas (abades mitrados). La mitra papal suele llevar tres galones horizontales paralelos, a diferencia de las mitras episcopales que sólo llevan un galón. Además de prenda litúrgica, la mitra es símbolo de autoridad administrativa.
La tiara es una especie de casco ovoide que usaban los emperadores bizantinos y que han venido usando los papas desde mediados del siglo VIII. Al principio era un simple tocado de lino bordado y significaba que el Papa tenía el mismo poder que el emperador. Inocencio III (1198-1216) superpuso la primera corona, que simboliza el poder temporal supremo del papado en los Estados Pontificios. Bonifacio VIII (1294-1310) le añadió la segunda corona, que representa la supremacía del papado sobre el imperio. Clemente V (1302-1314) añadió la tercera corona, que simboliza el poder universal del papado como vicariato de Cristo.

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